viernes, 3 de junio de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 11 2/3: "Lo que hago por amor".

–¿Lo conoce? –preguntó la señora –No puedo creer que usted se relacione con gente de tan baja categoría como ésa.
–Me va a disculpar, "señora de alta clase" –respondió él en manera despectiva –, pero no le permito hablar de esa manera de mis invitados, mucho menos de él, ¿entendido?
  La mujer lo miró sorprendida. Vacilando, asintió con la cabeza.
–Ahora, con su permiso –continuó Chiharu –iré a antender al recién llegado –dijo entretanto le volvía esa expresión de felicidad al rostro.
  Entre la multitud, Chiharu se abrió paso hasta llegar donde estaba Arekusandā. Apenas Areku lo divisó, sonrió mientras se acercaba.
–Creí que no vendrías... –dijo Chiharu en voz susurrante y atractiva.
–No pude –contesté –. Supongo que me has ganado –dije riendo levemente.
–¿Ganarte? –dijo él riendo entredientes –¿Desde cuándo todo esto se volvió una apuesta? Yo no necesito apostar. Con o sin apuesta, al final, yo siempre gano.
–¡No seas presumido, Chisa-san! –respondí riendo mientras lo miraba fijamente.
–Por cierto, te ves hermoso... –comentó Chiharu acercándose de manera seductiva –como desearía desechar a todos estos patanes para estar sólo nosotros dos en este lugar...
–¡AREKU-CHAN! –exclamó Ruchia apareciendo por sorpresa entre nosotros –¡Pensé que dejarías a Chisa-kun solito! –dijo mirándolo con cachondés.
–Basta ya, Takashi –se apresuró a decir Chiharu colocándose colorado.
–Me alegra que hayas venido, Mitsou –dijo Ruchia dándome unas palmaditas en el hombro –. Estaré en las mesas de allí –dijo señalando la sección de mesas reservadas –, cualquier cosa que necesiten, sólo vayan y les ayudaré –decía alejándose.
–Sí, gracias, Ruchia-sama –contesté asintiendo.
–Oye... ahora que lo pienso... –dijo Chiharu-san –¿cómo llegaste hasta aquí?
–Busqué la dirección en tu libreta de apuntes –respondí algo avergonzado.
–Ya... –contestó él pensando –¿y cómo te dejaron pasar? –preguntó sonando bastante confundido.
–El sujeto de la puerta me reconoció de las revistas sobre chismes –respondí aún enojado por ese suceso estúpido –. Se supone que son personas serias, encargadas de la seguridad de los demás, ¿los imaginas comprando revistas para niñas? Qué desagradable, ¡un tipo musculoso mirando éso!
–No te culpo –dijo Chiharu riéndose del asunto –, sería un episodio muy incómodo y ridículo para cualquiera que lo presenciara.
–¡Chiharu! –se escuchó decir a un señor acercándose a nosotros.
–Hiro-san... –dijo Chiharu sonando algo decepcionado.
–¿Y quién es este jóven que te acompaña? –preguntó el sujeto mirándome serio de pies a cabeza.
–Él es Arekusandā Mitsou, mi...
–Es un placer, Mitsou –dijo Hiro-san interrumpiendo la presentación de Chiharu.
–E-el placer es mío, Hiro-san –respondí estrechando mi mano con la suya.
–Él es Hiroshi Fukuzawa. Hiroshi es un experto total en el área filósofa, como tú, Areku –comentó Chisa-san mirándonos a los dos –. Trabajó como profesor de teorías en Hong Kong, estudió siete años en Inglaterra y ahora sacó un certificado magister por ser un completo maestro en la filosofía.
–¡Sugoi! Es usted magnífico, Hiro-Sensei –dije a Hiroshi admirando su gran conocimiento. Me gustaría llegar a ser como él algún día...
–Muchas gracias, Mitsou –respondió él sin tomarme mucho en cuenta –. Oye, Chisa-chan, ¿qué me cuentas de tu vida? Hace mucho que no voy a tu casa.
  Pudo haber sido mi impresión, pero cuando dijo "a tu casa" sonaba como si quisiera recalcar esa parte de toda la oración...
–No ha cambiado mucho mi vida... bueno, a decir verdad, mucho ha cambiado desde un tiempo hacia acá –respondió mirándome con una sutil sonrisa.
–¿A sí? –dijo Hiro-Sensei mirándome con desprecio –¿Y a qué se debe éso?
–Pues me di cuenta de que la vida tenía significado –contestó sonando algo feliz.
–¿En serio? Pues me alegro mucho por ti –dijo Hiroshi sonriendo casi de manera forzada.
–Sí, es estupendo –comenté sonriendo.
  Al parecer Ruchia, desde el otro lado del hall, le hizo unas señas a Chiharu, como tratando de llamarlo. Él, se percató de ello y, le devolvió una respuesta, en forma de señas.
–Bueno chicos, los dejaré por un rato. Debo atender a unos invitados especiales, ¿me disculpan? –dijo Chiharu-san.
–Por supuesto, Chisa-chan –respondió Hiro-Sensei sonriéndole –¡y muchas felicidades, eh!
–Muchas gracias, Hiro-san –contestó Chiharu –. Areku, discúlpame –dijo volteándose hacia mi–, estaré a un lado del escenario. Cualquier cosa que necesites, sólo dime –decía acercándose a mí –. Te amo –dijo susurrándolo a mi oído.
  Chiharu-san se alejó y desapareció entre la gente que cuchicheaba temas de pinturas, dinero y... más dinero.
   Hiro-san, el filósofo nato, no dejaba de lanzarme miradas despectivas desde el momento que estuvimos solos, sin la presencia de Chisa-san, en silencio. Entonces, se me acercó y con voz amenazante dijo:
–¿Qué te traes entre manos, niño? –preguntó mirándome fijamente.
–¿Yo? –respondí algo asustado –Nada.
–No intentes engañarme, idiota, sé perfectamente que tienes la completa intención de seducir a Chiharu-san para luego, quedarte con él. Pero escúchame muy bien. Me gusta Chiharu Takemura, y no voy a permitir que me lo quites, ¿me estás entendiendo? No va a suceder. Eres demasiada poca cosa como para que él se fije en ti. Déjalo tranquilo y aléjate antes de que salgas herido.
  En aquél momento, me sentía tan incómodo que tenía ganas de salir corriendo e irme de la fiesta, pero pensé en Chiharu y, decidí quedarme, a pesar de las horrendas cosas que me había dicho Hiroshi y de las amenazas perpetradas por él sin piedad alguna.
–¿A qué rayos te refieres? ¡Está más que claro que no tengo ninguna clase de interés por él! ¡Es todo tuyo! No me interesa... –culminé con esas tres palabras, tan dolorosas como lo es sentir un cuchillo atravesar tus costillas. Luego de eso, me alejé y fui a servirme whisky.
  Me producía tanta rabia que Hiro-san dijera esas cosas. A la vez, una fuerte tristeza se apoderaba de mi alma, al pensar en que no podré estar más con Chiharu sólo porque... un imbécil desconocido me lo dice. ¡Suena estúpido! Nada ni nadie me obliga a hacerle caso. Quizá alguien me obligue, y que ése alguien sea Chiharu. ¿Causaré problemas en su vida? Éso no lo sé, debo averiguarlo, pero, para hacerlo, debe suceder, y no quiero que nadie salga herido, mucho menos él... Es tan jodidamente difícil pensar con tanta basura en la cabeza... ¿Estará bien todo esto? ¿Qué demonios hago ahora? Hubiera sido mejor no haber venido, así me hubiera ahorrado pasar este mal momento con el idiota de Fukuzawa...

No hay comentarios:

Publicar un comentario