sábado, 15 de octubre de 2011

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 20 2/4: "No quiero perderte".

Sigo pensando cómo rayos llegará hasta aquí ése hombre –decía Nori-Senpai.
–Créeme que lo mismo me pregunto yo.
Pero, Misaki, ¿Nowaki-san nunca te habló de su primo-hermano?
–Nunca...
–¡Y a éso llaman una relación!
–¡Cállate! De seguro tendrá sus motivos. Motivos que no pretendo investigar si él no desea hablarme de ellos.
–Eres muy tonto, Misaki-kun. Tienes todo el derecho de exigirle algunas respuestas a tus preguntas. ¡Son... novios! ¿O me equivoco? –exclamó enfurecido–. ...Dios, cómo suena espantosa ésa palabra.
–No me causa gracia –respondí enojado–. No sé cuál sea tu concepto de "privacidad", pero no me importa porque no estoy dispuesto a enseñártelo.
Y yo no sé cuál sea tu concepto de "confianza" y "relación". Supongo que tampoco me tomaré el tiempo de explicártelo; eres tan terco que es esfuerzo nulo.
  No respondí a su comentario. A decir verdad, creí que tenía algo de razón. Es decir, no debo meterme en los asuntos privados de la gente, pero Nowaki-san y yo... somos uno solo ahora. Debería por lo menos contarme de este primo-hermano que me acaba de llamar de la nada.



–Misaki –me llamó la voz de Nori-Senpai –, creo que ya llegó.
–¿Eh? ¿Está aquí? –pregunté sorprendido.
  Abrí la puerta y vi un auto blanco deportivo que se había detenido frente al edificio. Era el auto más brillante y más limpio que jamás haya visto. Los aros de las ruedas eran como perlas, las cuales brillaban tal cual una llama de fuego. 
  En cuanto al conductor, era un chófer de vestiduras muy elegantes. Mientras que en el asiento del copiloto, aparentemente se encontraba una especie de guardaespaldas. Lo digo porque su tamaño era colosal y su aspecto a la defensiva delataba un profesional para asesinar cualquiera que se atreviera a molestar a su protegido.
  Transcurrieron alrededor de diez segundos y el guardaespaldas bajó del auto. Cerró la puerta, y se dirigió hacia la parte trasera del auto, específicamente hacia la puerta trasera derecha. 
–¿Acaso es inválido o qué? ¿No puede abrir la puerta solo? –dijo Nori-kun.
–Cállate, Senpai –dije mientras le daba un disimulado golpe con el codo.
  El guardaespaldas sacó desde asiento del copiloto un abrigo de piel color café; abrió la puerta donde aparentemente se encontraba Hikaru-san, y extendió su mano, dejando ver otra mano que se sostenía de la suya. Aquélla mano era blanca, con dedos largos, y su muñeca estaba acompañada de un reloj dorado, además de un anillo plateado que llevaba puesto en el dedo anular. No sé si esté en lo correcto o no, pero tenía apariencia de ser alguien muy, muy adinerado. Al bajarse completamente del auto, se mantuvo  de pie en posición firme. Hikaru Okimasa era un hombre muy alto, con un rostro fino y delgado. Tenía labios un poco gruesos, usaba lentes, y tenía ojos de color negro como las tinieblas del infierno. Su nariz era respingada, y su cabello era de color café claro. A pesar de que poseía un físico bastante atractivo, había algo que lo hacia un poco... cómo decirlo... ¿diferente?
–¡Mira éso...! Tiene un aspecto varonil y posee aire de ser alguien misterioso, pero parece mujer con esos modales tan delicados –comentó Nori-kun, mirándolo de pies a cabeza.
  Exactamente a éso me refería.
–Entonces, él es el primo-hermano de Noki-san... –murmuré mientras le contemplaba.
Me resulta extraño pensar que lo imaginé como un tipo del tamaño de un gorila, vulgar y muy machista. Ahora que lo veo así, estoy simplemente confundido –decía Nori-Senpai pensativo.
  Me mantuve en silencio mientras observaba a Hikaru-san caminar junto a su escolta hacia nosotros. Su manera de caminar era tan elegante que me hacía sentir incómodo. Su protector era tan musculoso que me daba escalofríos. El silencio que entre nosotros había era peor que el mismo silencio de la muerte. Incluso llegué a pensar que no venía a hablar conmigo, sino que venía a matarme.
–Tú eres Misaki Kyosuke, ¿no es así?  –preguntó Hikaru-san. Su voz era gruesa, casi  como la voz de un documental que provoca suspenso.
–Sí –asentí con la cabeza.
–Sígueme –dijo enseguida–. No me preguntes a dónde vamos; no hay tiempo.
–¿A qué hora volverán? Tenemos una reunión con la disq-
–Cierra la boca, rata vulgar –dijo Hikaru-san a Nori-Senpai–. ¿O es que acaso todavía te queda un poco de aquélla personalidad de hombre rudo? –preguntó con ojos de fiera.
  Nori-kun no respondió. Simplemente permaneció en silencio, tieso como una estatua.
–Éso pensé –interpretó el primo-hermano de Nowaki, dirigiendo hacia Nori una mirada burlona, acompañada de una sutil risa. Segundos después, giró su cabeza hacia mí dirección–. ¿Qué estás haciendo, Misaki? Sube al auto. Rápido.
  El guardaespaldas me lanzó una mirada amenazante, como si me estuviera diciendo: "no intentes hacer nada, porque de mí, no escaparás". No volví a mirarlo y simplemente caminé hasta el auto. Lo único que podía hacer en aquél momento era rezar para que no sea secuestrado, torturado y luego asesinado en manos de Hikaru Okimasa o de su gorila.

jueves, 13 de octubre de 2011

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 20 1/4: "No quiero perderte".

–¿Aló?
–¿Quién es? –respondió Nori-kun.
  Era una llamada muy sorpresiva. Pocas eran las veces en lasque habíamos recibido llamadas durante estos últimos meses.
–¿Misaki Kyosuke? 
–No. ¿Eres Nowaki Hashimoto? Já, por fin te decides a llamar a tu amado amigo. Dime algo, ¿eres idiota o qué? Cómo demonios se te ocurre aparecer en el concierto y darle un... ¡tú sabes qué le diste a Misaki! ¡Y en frente de todos! ¿Acaso eres estúpido? ¡Por tu culpa, la imagen de Misaki y la mía podría irse a la basura! Ten más cuidado con tus actitudes. No creas que nací ayer, Hashimoto, así que piensa dos veces antes de hacer las cosas, ¿entendiste?  –dijo Nori de forma poco amigable; era más que evidente el gran desprecio injustificado que sentía por él.
–Qué bonito sermón, pero te equivocas. Soy Hikaru Okimasa, el primo-hermano de Nowaki-san –respondió una voz firme e intimidante. –Dime algo, ¿le hablas de ésta manera a todo el mundo o eres un grosero bastardo de por sí? Está más que claro que tú no eres Misaki, aunque tampoco me interesa saber quién eres. Por cierto, creo que el que debería pensar dos veces lo que hace eres tú. ¿Quién rayos crees que eres? No eres más que un pobre diablo –dijo con actitud amenazante –. Ahora. Ya no me hagas perder mi tiempo y comunícame con Misaki Kyosuke. Rápido.
  Nori-kun se había quedado helado; tanto así que no dijo nada más. Caminó hacia el dormitorio y alejó el teléfono de su oreja, dejando aquél sudado aparato fuera de sus frías manos.
–Mi-Misaki... Tienes una llamada.
–¿Yo? –pregunté confundido. 
–S-sí –respondió Nori-Senpai. 
–¿Quién es? –dije al teléfono.
–Misaki –dijo mi nombre la voz del otro lado –, tengo que hablar contigo. Es de carácter muy, muy importante. ¿Estás ocupado?
–¿Eh?
–No hace falta que me des tu dirección. Pasaré por ti en un par de minutos.
¿Pasar por mí? –preguntaba cada vez más aturdido.
  Pero ni siquiera tuve tiempo de saber de quién provenía esa llamada. Antes de que pudiera preguntar algo más, colgó sin previo aviso. Sospecho que no tengo más opción si no esperar a que "La Voz del Más Allá" se presente. Pero, ahora que lo pienso, dijo que iba a pasar por mí... ¿Cómo diantres sabe dónde vivo? Sinceramente me está empezando a dar miedo.
–Y al final, ¿qué rayos quería ése imbécil? Pfff, se cree muy hombrecito –preguntó Nori.
–¿Qué? Tú y él, ¿se conocen?
–Afortunadamente no. Pero me temo que siendo él primo de Nowaki, tendré que conocerlo en persona en algún momento. Qué emocionante. Ya tenía suficiente con tu noviecito, y ahora el primo-hermano. ¡Al final son familiares! Obviamente son la misma gentuza.
–¡¿Qué dijiste?!
–¿Qué? Debes admitir que tengo razón en decir que ambos son despreciables.
–No, no. Lo anterior.
–¿Que son familia?
–Sí. ¿Dijiste que la persona que llamó es su...?
–Primo-hermano.
¡¿QUÉ?! –grité, perplejo ante tal información.
–¿Que acaso no te lo dijo?
–¡No! ¡Ni siquiera pude preguntarle nada!
–¿Entonces para qué quería hablar contigo?
–Según él tiene algo muy importante que hablar conmigo...
–Ya. ¿Y?
–Pasará por mí en un par de minutos... ¿Le dijiste dónde vivíamos?
–¿Yo? Cero. Sólo me dijo que se llamaba Hikaru Okimasa.
–¿Hikaru Okimasa...? 
–No me digas que tampoco te dijo su nombre. ¡Ahhh! En verdad ése sujeto es raro.
–Sí, vaya que lo es.
  Me parece extraño que Noki-san nunca me haya hablado de su familia, ni mucho menos presentado a alguno. ¿Qué será que es lo que ése tal Hikaru debe decirme con tanta urgencia? Sólo espero que no le haya pasado nada a Nowaki.

domingo, 9 de octubre de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 19: "Envía tu miedo a Corea con un pasaje de ida sin vuelta".

  Detesto decir esto, pero estoy empezando a pensar que Hiroshi no está lo suficientemente lejos de mí como para sentirme seguro. 
  Lo vi, eso es cien por cierto verdad. Aunque Chisa-kun no termina de convencerse. Lo único que puede hacer por mí es aceptar mis desesperadas peticiones de mantenerse cerca mío.
  He estado experimentando sueños muy extraños. Sueño con... Hiroshi, y veo a Chiharu con la cara ensangrentada. Y no fue un sólo sueño, sino varios; tantos han sido que he llegado a pensar que es una premonición. Sí, lo sé, suena ridículo.


–¿No irás a trabajar? preguntó Chiharu, saliendo de la cocina con un pan en la mano izquierda y un cuchillo en la derecha.
–¡Baja eso, idiota! –grité mientras agachaba mi cabeza y la cubría con mis brazos.
  Chiharu lanzó una mirada irritada al vacío.
–¿Continúas con ese irracional miedo a que Hiro-san aparezca?
–Claro que n-no –mentí medio tartamudo.
–¿En serio? Entonces supongo que podré irme a Seúl para hacer la presentación de mi nueva colección de esculturas... –dijo con una sonrisa malvada.
–¡¿QUÉ?! ¿A SEÚL? ¡ESO ES COREA! Sólo... llévame contigo.
–Dijiste que ya no tenías miedo.
–¡No es miedo! Es... simplemente un deseo de conocer a Seúl. Es increíble la cantidad de playas que existen en el centro de Seúl –dije, vacilando mientras buscaba una excusa creíble.
  Pero no resultó.
–Arekusandā, en Seúl no existen playas, sólo en islas cercanas  –corrigió con expresión enojada.
–Oh. ¿Ya te dije lo sexy que te ves cuando te enojas? –pregunté nervioso, tratando de cambiar el tema.
–¡No cambies el asunto, Arekusandā Mitsou! –exclamó enfadado.
–De acuerdo –dije cabizbajo. –Sí, lo admito. Estaría muerto de miedo si te vas a otro país un fin de semana entero y me dejas aquí solo. ¿Y qué? ¡Tengo mis razones! Tú dudas de mí, ¡pero yo sé lo que vi! Y lo que vi fue a Hiroshi Fukuzawa, listo para secuestrarme, torturarme y partirme en pedacitos para luego beber mi sangre en un ritual satánico.
–Aish, pequeño mocoso. Tienes prohibido mirar películas de terror. Ahora vete. De seguro serás despedido si sigues llegando una hora después del límite.
  Chisa-kun tenía razón. Tuve que aceptar que estaba criando una especie de psicosis alrededor de todo este tema sobre Hiro-san. Aunque ese viajecito hacia Corea sigue sin agradarme.
–Chisa-kun... –dije receloso.
–¿Qué? 
–Oye, ¿es en serio lo del viaje?
–Sí. 
–Ah...
–Espera. No sigas.
–¿Eh?
–Esta tarde compraré dos pasajes. Uno para ti y otro para mí. ¿Feliz? Quiero que envíes tu estúpido miedo a Corea con pasaje de ida sin vuelta. ¿Está bien? Ésa será mi condición.
  ¡¡¡NO ME QUEDARÉ SOLO!!! Tenía unas ganas inmensas de ponerme a saltar.
–¡Gracias, Chisa-kun! –grité saltando hacia él.
–Ya, ya –respondió abrazándome. –Ahora apúrate y anda a trabajar. Tengo algo de prisa. Voy a confirmar unos papeles para el viaje.
–¡Oki doki! –respondí sonriente.
–Te amo –susurró entretanto se despedía de mí con un beso en la frente.
–Yo también te amo –respondí con una sonrisa infantil.
  ¿Corea? ¡Wow! Lo único que sé sobre ése país es que posee hermosas calles y que allá también venden ramen... Es poco lo que sé pero ¿qué más da? Iré este fin de semana con mi "oppa", y éso es lo que importa.
  Son las 10:00 de la mañana. Ya transcurrieron dos horas desde el inicio de la jornada. Ahora por culpa mía recibiré un sermón gigantesco de parte de Maikeru-san. Genial.




Nota de la escritora: ¡Hola! Hacía tanto tiempo que ya no publicaba capítulos de "Ai no Tetsugaku", me disculpo por ello. Sé que muchos de ustedes deben de estar muy airados contra mí. Es que mi tiempo se hizo muy apretado y sinceramente no veía un momento de inspiración para continuar con la historia. No sé si se nota en este capítulo pero lo escribí con mucho esfuerzo. Mi mente está realmente ocupada de asuntos que lamentablemente no me dejaban pensar en qué sucedería con la historia. ¡Pero aquí estoy de regreso, y vengo con más ganas de escribir que nunca!  Les prometo a todos ustedes que tendrán "Ai no tetsugaku" de ahora en adelante todas las semanas. No importa lo que tenga que hacer, pero esta historia, no quedará inconclusa :-) 

miércoles, 27 de julio de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 18 2/2: "Un menú de opciones".

  El viaje de regreso se había hecho realmente corto. Poco antes de que dieran las 9:00 pm, Chiharu y yo montamos su auto de regreso a casa. Estuvimos cinco horas en aquél parque, pero a mí me pareció mucho menos. Quizás sea porque pasé un muy buen momento mientras estaba ahí, y según dice un refrán, cuando uno se está divirtiendo, el tiempo pasa rápido.
  Chiharu estaba conduciendo, con una expresión pasiva y seria. Entretanto, yo estaba sentado en el asiento de al lado, escuchando uno de mis cantantes favoritos: Kotani Kinya. Mientras miraba a través de la ventana, contemplaba los árboles centenarios que bordeaban el camino, los cuales en la oscuridad parecían figuras humanas, que aparentemente, me sonreían absurdamente. Ignoré esa tonta visión y seguí escuchando a Kinya con los ojos entreabiertos.
–¿Qué escuchas? –preguntó Chiharu.
–¿Huh? –dije girando hacia él.
Kinya... me parece un buen cantante –comentó con la mirada fija en la carretera.
–¿Cómo lo supiste? –interpelé sorprendido.
–Tienes el volumen tan alto que está a punto de explotar –contestó riendo.
–Oh...
–Sólo has comido fruta y un poco de café. ¿Quieres comer algo? –preguntó Chiharu –. Puedo parar en la gasolinera y comprarte algo. Allí hay un restaurante muy agradable. 
Sí, me parece buena idea. En verdad, tengo mucha hambre –acepté, admitiendo que poco falta para que mi estómago rugiera como un león.
  Chiharu aparcó el auto bajo un árbol que había en el patio para estacionar. Bajó del coche, y caminó hacia el restaurante. Él quiso que lo acompañara pero decidí permanecer en el auto.
  Desde el coche podía ver su silueta, parada frente a la barra, esperando ser atendido. A veces me preguntó, si acaso, Chiharu no se ha detenido a pensar en cómo llegó a enamorarse de un pobre profesor inexperto de Filosofía. Es decir... el es un pintor grandemente reconocido en Japón y Corea. Debería estar con alguien de su clase. Pero, no es que no quiera estar con él, es sólo que temo que algún día se aburra de mí porque, obviamente, no compartimos la misma situación económica ni posición social... Espero que nunca piense él de esa forma.
  Sin embargo, mis preguntas y conclusiones se detuvieron. Empecé a sentirme observado. Me vi invadido por un sentimiento de incomodidad absoluta. Miré a mi alrededor. Sentirme así, de la nada, no era normal. Permanecí quieto, con la mirada fija en el asiento de Chiharu. De pronto, sentí una presencia que, aunque no sabía de quién era, causaba en mí gran angustia. Giré hacia mi ventana, y una sombra alta y negra se veía reflejada en el suelo. Miré más arriba, y vi un rostro pálido. Un rostro frío y lleno de cólera. Mi cuerpo se petrificó apenas adiviné de qué se trataba: Hiroshi Fukuzawa. Él sonrió de forma irónica. Me desesperé profundamente. Quería salir corriendo de aquél lugar, pero, si salía, él me atraparía, y si me quedaba, igualmente lo vería. Empecé a gritar, tratando de evitar pensar en su desfigurado y demoníaco rostro. Crucé los brazos y metí la cabeza entre ellos. Quería llorar amargamente. Sentía que todo lo que había pasado había vuelto. Y el regreso de Chisa se hacia eterno... ¡Era una pesadilla! El silencio que mataba y aquella presencia habían desaparecido cuando escuché el sonido de la puerta al abrirse. Chiharu estaba de regreso.
¿Te ha sucedido algo, Arekusandā? Luces mal –preguntó entrando al auto –. Toma. Ordené sushi. 
Hi-Hiroshi... –musité con miedo, entretanto recibía la comida con las manos temblando –. Hiroshi estuvo aquí. Lo acabo de ver.
–¿Estás diciendo que Hiroshi intentó secuestrarte nuevamente? –preguntó preocupado.
–No sé qué quería ese hombre, Chiharu, ¡pero tengo mucho miedo! –respondí mirándolo a los ojos.
–No te preocupes, pequeño –dijo abrazándome –. Nada malo te sucederá, te lo prometo. Ahora come. No quiero que se enfríe el sushi que tanto tiempo y paciencia me tomó esperar –dijo sonriendo nervioso. Chisa-kun encendió el carro y siguió el camino de regreso a casa.
  Intenté olvidar a Hiro-san, pero no podía hacerlo. Miré una y otra vez hacia atrás, para cerciorarme de que él no nos estuviera siguiendo. Cerré los ojos por un instante, medité y pensé que mientras esté Chiharu a mi lado, nada malo iba a pesar, porque él me estaba cuidando. Abrí la bolsa y empecé a comer despacio, tratando de que con cada mordisco el miedo desapareciera. Y al final del día, así fue como resultó.

jueves, 14 de julio de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 18 1/2: "Un menú de opciones".

–Oye, ¿todavía sigues alimentándolas?  –preguntó Chiharu a lo lejos, sorprendido  –¡Las engordarás, bobo!  –dijo riendo.
¿Por qué engordarán? Sólo tienen hambre  –respondí arrojando lo que me quedaba de pan picado–. Pobrecitas palomas. Sólo míralas. ¿No son adorables?
–Más adorable me pareces tú  –comentó acercándose por detrás, rodeando con sus brazos mi cintura. Por cierto, termina de una vez por todas de alimentarlas, si no comenzaré a sentirme celoso. 
–¿Por qué? –pregunté riéndome de lo que había dicho.
Porque eres mío. Por eso –respondió en seco. Entonces, Chiharu giró mi cabeza en dirección a su rostro, y me besó, acariciando mi cabello.
  Era uno de esos días en que todo parecía perfecto. Habíamos acordado Chisa y yo en visitar el parque de cisnes que tanto anunciaban en la tele. Llevamos una canasta llena de sándwiches, frutas, entre otros alimentos. Él, por su parte, llevó una mochila donde había guardado su notebook, unos abrigos, agua, café y un listado de las instrucciones que el doctor dejó para mi cuidado.
  Chiharu se había vuelto bastante molesto. Y digo molesto porque todo el tiempo me tomaba la temperatura, preguntaba si me dolía algo o cada intervalo de horas, me llamaba para tomarme mis medicinas. Era casi como mi enfermera privada, o peor, como mi madre. Sin embargo, admito que su preocupación me parece de lo más tierna. 
  Él ha vuelto a ser el mismo pintor atractivo de antes. Se cortó la barba, peina su cabello de aquella manera elegante pero salvaje. Huele como un jardín celestial, y su ropa está impecable, tan impecable como la nieve. Luce como un ángel que cayó por accidente en la Tierra.
Arekusandā –dijo Chiharu apareciendo con un vaso de agua, lo típico –, debes tomar el antibiótico que el doctor dejó para ti... –decía acercándome un el vaso –, toma.
  No tenía opción. Dejé mi cámara fotográfica de lado y recibí el vaso con la pastilla. Coloqué la tableta en mi lengua, y a continuación, la tragué con el agua. Chiharu acarició mi pelo, besó mi frente, y se llevó el recipiente. Entonces volví a una de mis grandes pasiones: fotografiar paisajes. Creo que había pasado una hora completa fotografiando las flores, árboles, cielo y animales.
–Escogiste mal tu profesión –comentó Chiharu mientras comía una manzana, sentado en el pasto.
–¿Qué? –dije, saliendo de mi fascinación por presionar el botón 'take' –¿Por qué?
–Pues porque veo que eres muy aficionado por las fotografías, Areku. 
–Bueno... siempre me ha gustado. Pero la filosofía es otro cuento. Mi gusto por tomar fotos no se asemeja a la devoción por aprender acerca de teorías –respondí entretanto enfocaba hacia el rostro de Chisa-kun.
–¿Qué haces? –preguntó riendo nervioso.
–No te muevas –dije. Chiharu dirigió sus ojos hacia la cámara, y con una mirada extremadamente atractiva, figuró como la mejor imagen que jamás había sacado.
–La cámara te ama –dije sentándome a su lado–. Mira –dije mostrándole la foto–. Te ves increíble.
–Espero que la cámara no sea la única que me ame... –insinuó mientras miraba la captura.
–Por supuesto que no es la única –dije sonriendo–. Yo también te amo. Mucho más que ella a ti.
–Cómo me alegra escuchar eso –replicó Chiharu abrazándome, dejando a la cámara de lado.
  Nos abrazamos y acostamos en el pasto. Coloqué mi cabeza en su pecho, mientras él acariciaba mi cabello con suavidad. Se había vuelto la sensación más linda de todas que su mano me estuviera tocando. 
–No logro darme cuenta de cuándo fue que llegué a sentir todo esto tan rápido –comenté, cortando el silencio que sólo era interrumpido por el sonido de nuestra respiración y el latir del corazón de Chisa. Te evitaba. Pensaba que eras un loco pervertido, pero lentamente fuiste conquistando mi corazón, hasta el punto en que debía reconocer que ya no podía negar lo que sentía.
   Chisa permaneció en silencio. Tiempo después, se volteó hacia mí y sonrió.
–¿Creíste que era un loco pervertido? –preguntó riendo.
–Bueno, eso fue antes de conocerte bien –aclaré apenado.
–Jamás creí que tuviera un aspecto pervertido –dijo pensativo. 
–¡Tonto! –exclamé dándole una palmada en la pierna –No eres de aspecto pervertido. Sólo tienes una personalidad muy atractiva y seductora... eso es todo –dije mirándolo.
–Pues gracias –respondió sonriéndome. Acarició mi mejilla y nos volvimos a recostar en el pasto.

lunes, 11 de julio de 2011

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 17: "A la luz del atardecer".

–¿Qué haces aquí? –pregunté sorprendido.
–Lo mismo me gustaría que me respondieras –contestó mirándome.
–Pues... estoy leyendo, ¿no ves? –dije.
–Sí. Ya veo. Pero, estás leyendo mi libro –agregó con una sonrisa burlona–. ¿Te gusta?
¿Qué?
–Mi libro.
–¡Ah! Sí, me encanta –respondí un poco nervioso. Creí que se refería a otra cosa... –¿Y tú? ¿Qué haces por aquí? –pregunté intentando cambiar el tema.
–¿Yo? Nada. Sólo quería caminar un poco. Me dolían las manos, y tomar aire es una buena forma de contrarrestar los dolores –explicó tocándose la mano derecha.
  Eran las manos más lindas que jamás había visto. Aunque se veían algo rojas. Debe ser porque escribió demasiado.
–Quizás necesites un masaje –comenté.
Quizás debas darme un masaje –asintió.
  Mi rostro comenzó a sentirte caliente. ¡No! Era señal de que me estaba sonrojando... como odiaba estarlo, porque él se daba cuenta... ¡y me daba vergüenza! Y eso hacia que me sonrojara aún más. Sin embargo, ignoré ese hecho. Nowaki se sentó de mi lado y yo tomé su mano izquierda. La coloqué entre mis manos y la acaricié suavemente.
–¿Por qué has querido ser cantante? Debiste haber sido masajista profesional –dijo Nowaki mientras me miraba entretanto le hacia masajes en las manos–. Eres muy bueno.
  Mis mejillas se pusieron el doble de rojas que antes.
No digas tonterías –respondí riendo.
–Es en serio –reiteró quitando sus manos de entre las mías–. Es decir, no solo eres bueno en esto. Eres bueno en cualquier ámbito –agregó acariciando mi mejilla derecha.
  Me dirigió una mirada llena de ternura y besó mis labios. Posterior al beso, nos mantuvimos abrazados por bastante tiempo, contemplando cómo el Sol bajaba para dar paso a la Luna.
  Sin embargo, no podía evitar pensar en Nori. Él está enterado de todo. No es que desconfíe de su silencio, pero a lo mejor en una de esas se le escapa y todo el mundo se enterará en un momento no apropiado. Por supuesto que, algún día se sabrá pero... todavía no es la instancia indicada. 
¿Pasa algo? –preguntó Nowaki, contemplando mi rostro.
–No –respondí vacilando–. Waki-chan, ¿no sientes miedo? –pregunté un poco nervioso.
–¿Miedo? ¿Por qué debería tener miedo, Misaki?
La gente es muy cruel, ¿sabes? –dije volteando mis ojos hacia él –Cuando sepan que existe una relación entre el novelista romántico y el vocalista de "Invisible Lover", nos harán pedazos. Comenzarán a bombardearnos con chismes y notas groseras... y yo lo que menos quiero es que todo eso suceda.
  Nowaki se alejó un poco de mí. Respiro profundo, y me miró con suspicacia.
–Tú me amas, ¿no es así? –preguntó.
–Sí, ¡demasiado! –respondí sonriendo.
Entonces deberás aceptar lo que esto conlleva. El mundo televisivo es como un monstruo. Si no sabes cómo enfrentarlo, te comerá vivo en menos de lo que crees –decía con seriedad–. Sé de lo que hablo, porque ya me han colgado varios rumores realmente idiotas. Así que, si realmente deseas estar a mi lado, deberás aprender a convivir con esta clase de opiniones que girarán constantemente alrededor tuyo, Misaki.
  No sabía qué pensar de aquello que Nowaki me explicó. ¡Bastardos reporteros! ¿No tienen algo más que hacer en esta vida? ¿Acaso les pagan para jodernos la vida?
–Incluso he llegado a pensar que sólo les pagan por hundir a la gente –comentó Waki-chan. ¡Justo lo que yo pensaba! 
–Está bien. No me importa. Estar contigo vale todo eso y mucho más –dije acurrucándome en él.
  Me miró con ternura, y besó mi frente. Sus brazos rodearon mi cuerpo, entretanto aferraba mis manos a su cintura. Era una posición bastante parecida a la de un hijo koala con su mamá koala.
–Me siento tan bien estando contigo, Misaki –comentó rompiendo el silencio que se había producido mientras permanecíamos abrazados–. De repente, mi actitud distante y ambiciosa llega a cansarme mucho. Sin embargo, tu forma de ser tan divertida y dulce, me despeja totalmente de todos mis problemas –dijo abrazándome con más fuerza–. Verdaderamente has sido lo mejor que me pudo haber pasado. 
  Comencé a sonrojarme y a sentir un fuerte deseo de llorar de felicidad. Lo quiero, tanto, pero tanto, que contar la distancia entre la Tierra y el Sol mil veces, es poca cantidad que se asemeje a mi amor por él. 
–Waki-chan... ¡te amo! –grité pegando mi cuerpo al suyo –¡No quiero perderte nunca...!
–Y no me perderás, tonto. Jamás podré alejarme de ti. Mi vida no podría ser alegre ni mucho menos poseer alguna clase de sentido sin tu presencia. Te amo, Misaki.
  Ésas dos palabras... sencillamente, explotaron a mi corazón. A la luz del atardecer, supe que aquella persona que me abrazaba, era mi primer y único amor.

sábado, 2 de julio de 2011

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 16: "El libro de nuestros sentimientos".

–¿Cómo te fue con tu... admirador, Misaki? –preguntó Nori mientras la van avanzaba a paso lento.
  Era cierto. Se había dado cuenta.
–Bien –respondí en seco. No quería decir nada al respecto. Aún no tengo claro qué es lo que siento.
–¿Bien? ¿Así nada más? –dijo Senpai –Yo creo que te fue más que bien... –agregó bajando la voz.
–¡ Calla, idiota! –exclamé entre dientes –Tú no has visto nada.
–¿Cómo que no? No estoy ciego –respondió sonriendo de forma perversa –. Se nota que se tienen un cariño muy grande... –insinuó en voz baja.
  ¿Qué podía hacer? Realmente vio todo.
–Pues sí, nos tenemos un cariño muy grande –admití con orgullo –. ¿Y a ti qué te importa eso? ¿Acaso te gusta Nowaki? –pregunté con intención de molestarlo.
–¿A mí? No, por favor. Él es una persona con carácter extremadamente difícil de comprender. No me gustan las personalidades así. Además, soy un hombre. Y a los hombres pues... no deberían gustarle los hombres, si no las mujeres –dijo en tono ofensivo.
–Que me guste Nowaki o no, no es tu problema –dije tratando de cortar la conversación.
–¿No es mi problema? ¡Por supuesto que lo es! –decía en tono de voz muy bajo, ya que nos podrían oír –El hecho de que estés saliendo con un novelista famoso tiene mucho de problema en mi vida! ¿Que acaso estás loco? Éso puede arruinar nuestra imagen como "Invisible Lover". 
–¿Qué...? Oh, vamos, Nori. ¡No seas tan dramático! No sucederá nada de lo que dices.
Sí, claro. Sólo recuerda lo que te he dicho ...no será bueno para ti –culminó.
  No quería seguir hablando del tema. No era algo que Nori-Senpai pudiera comprender.
  Permanecimos en silencio hasta que llegamos al restaurant. Okawa-san estaba de lo más entretenido conversando con Kaito-san. Yo, en cambio, estaba jugando con mi comida. Realmente me aburría el tener que soportar las conversaciones de Okawa... Sólo habla de dinero, poder y más dinero. ¿Qué gracioso, no? Podría estar ahora mismos haciendo algo mucho más entretenido que esto...
–Oye, Misaki, te ves realmente cansado –dijo Kaito.
–¿Eh? No... estoy bien, Kaito-san –respondí enderezándome en la silla.
–¿Notaron la presencia de Nowaki Hashimoto? –comentó Okawa-Sensei con los ojos asombrados –¡Quién diría! Hasta celebridades han atraído estos jóvenes.
–Sí... quién lo diría, ¿no? –asintió Nori, insinuando con la mirada puesta en mí.
–Soy un gran admirador de los trabajos de Hashimoto –continuó Okawa-san –. He comprado todas sus publicaciones. ¡Es increíble como escribe! Es más –dijo abriendo su bolso –, ando trayendo conmigo uno de sus libros. Éste es "Luna de cristal" –dijo sacándolo –, uno de mis favoritos. 
  Observé el libro con detención. Era de tapa dura. Hermoso y perfecto como su autor. Sentía un deseo incontrolable por tenerlo en mis manos.
–Disculpe, Sensei... –dije mirando con devoción al libro –¿Me lo prestaría? Me encantaría poder leerlo.
–¡Pero claro, muchacho! Es todo tuyo –respondió dándomelo –. Puedes quedártelo. Tengo una copia exacta de este episodio en casa.
¡Muchas gracias! –exclamé sosteniendo aquella reliquia.
  Comencé a hojear el libro, ignorando al resto. Leí su introducción. Allí estaba la carta de saludo de Nowaki. Qué lindo se expresaba. Con ese carácter frío y distante, que cuando lo conoces más a fondo, es una ternura de persona. Estuve un buen rato mirando su contenido. Luego, lo guardé en mi mochila, y seguí comiendo, con intención de retirarme lo más rápido posible.
  Minutos después de haber terminado de almorzar, nos despedimos de Okawa-san y cada uno, siguió su rumbo. 
  Nori me invitó a jugar bolos con sus amigos, pero preferí caminar por el puente del centro. Kaito se retiró diciendo que tenía una llamada importante que hacer, mientras que el tipo de la van, se negó a llevarnos a casa, puesto que debía ir a las afueras de Kyoto con "urgencia".
  Saqué el libro de Nowaki y me senté en una de las bancas vacías que habían en la pequeña plaza, a la salida del puente con vista al río. Comencé a leer el sexto capítulo, el cual me había llamado la atención por su nombre: "A la luz de la luna". Inicié el texto interpretando a sus personajes y respectivas expresiones.
¡No te quiero perder! –exclamó el joven apasionado Eres lo único que vale la pena en mi vida. Sin ti, siento que mi alma desfallece a cada segundo que pasa. ¡Tu existencia hizo mi existencia! Por favor, no te vayas... porque yo, te amé desde el primer momento en que te vi, y seguiré amándote hasta el fin de mi existir.
–...No temas, dulzura –continuó una voz sonando detrás de mí –. Yo estaré siempre contigo. Donde quiera que vayas, mis latidos formarán parte de tu corazón.
  Detuve la lectura apenas esa voz dijo la parte del amado. ¿Quién era...? Volteé mi cuerpo, y vi una exquisita sonrisa plasmada en el rostro de Nowaki, quien miraba el libro, su libro, el cual sostenía en mis manos.