martes, 31 de mayo de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 11 1/3: "Lo que hago por amor".

  Son las 6:30 de la tarde, media hora para que empiece la fiesta de Chiharu. Él ya se ha ido, y yo estoy aquí, en su casa, sentando en el sofá mirando la televisión con una soda en mano. No puedo evitar pensar todo el tiempo en esa expresión que su rostro hizo cuando cruzó la puerta antes de entrar a su auto. ¿Estará furioso? ¿Triste? ¿Feliz? No creo que esté feliz. Ruchia me dejó mal con esa frase: "Di que sí, si en verdad lo amas". ¡Por supuesto que lo amo! Sin embargo, presentarme a una fiesta, por obligación, no es adecuado. Claro que si uno lo hace por amor todo cuenta... Demonios, por amor...

–¡Chisa-kun! ¡Creí que todos estos millones se perderían por tu ausencia! –exclamó Ruchia saludándolo con una carcajada –¿y tu acompañante...? –preguntó algo asombrada.
–Vine solo –respondió Chiharu de una manera fría y seria –¿a dónde debo ir? Quiero terminar con esto lo más temprano posible.
–Claro –contestó Ruchia pensativa –. Primero, debes ir a firmar algunos autógrafos afuera del establecimiento, luego, dar la conferencia a las 7:15 y al final, ir al gran salón para dar tu discurso y compartir con los invitados.
–Muy bien –respondió él caminando hacia la salida – pásame un bolígrafo –dijo mirando a Ruchia.
–Aquí tienes –dijo entregándolo –, y no olvides que nadie puede pasar la línea del límite y tampoco besarte, abrazarte o tocarte, son órdenes del organizador.
–Sí, ya lo sé –contestó caminando hacia los fans que se habían amontonado en la entrada. La mayoría de ellos eran mujeres que rodeaban los 15 y 30 años.

–¡CHIHARU TE AMO! –se escuchaba a las jóvenes gritar con desespero mientras él pasaba firmándoles el cuaderno, alguna obra que hayan comprado y algunas, hasta le pedían que firmara su brazo. Pasó 10 minutos firmando la mayor cantidad de autógrafos que pudiera, para que al finalizar, fuera directo a la conferencia de prensa que le tenían preparada.

–He terminado –dijo Chisa-san regresando con las manos repletas de regalos y chocolates –¿dónde puedo dejar todo esto? Me lo llevaré a casa después.
–Dámelo todo, Chisa-kun –respondió Ruchia –los mandaré dejar en tu auto.
–Y ahora, a la conferencia... –dijo él entregándole la montaña de regalos que traía –vamos –culminó subiendo al ascensor.

–No debería estar aquí, ¡no debería estar aquí! 

–¡La conferencia ha sido magnífica! –dijo un señor alto bien vestido entretanto estrechaba su mano con la de Chiharu –Mis más sinceras felicidades, eres todo un artista de la espátula.
–Muchas gracias, Hiro-san –respondió él sonriendo levemente –, espero verte en el hall.
–Por supuesto, Chiharu, ¡allá nos veremos! –exclamó alejándose.
–¿Estás listo, Chisa-kun? –preguntó Ruchia mirándolo –Oye, ¿te encuentras bien?
–Sí, estoy listo –contestó evadiendo la respuesta.
–Es por Mitsou que estás así, ¿verdad?
–¡Te dije que estoy bien! –respondió Chiharu caminando hacia el salón.
–¡Espérame! ¡Chisa-kun! –exclamaba ella corriendo detrás de él.

–¿Usted es...? 
–Sí, él mismo.
–Muy bien, pase.

–Nunca vi tanta gente vistiendo de blanco en mi vida... –murmuró Chiharu mirando la multitud mientras salía del ascensor.
–Ah pues se debe a que exigimos que todos vinieran vestidos de blanco, ¡tu color favorito! –respondió Ruchia sonriente –Anda, ve y salúdalos.
–Por Dios, no eres mi madre, Takashi –dijo Chiharu mirándola con gesto aburrido.
–De acuerdo, Chisa-kun –contestó ella riendo entre dientes –iré a saludar y servirme ponche.
–Muy bien –dijo él sonando cansado y poco animado –te veo luego.

–Lo que hago por amor... –murmuró una voz baja –. Hay tanta gente que me es muy difícil identificarlos, sobre todo porque están vestidos como una odiosa marea blanca. ¿Dónde estás, Chiharu?

–Mira que descortés ése sujeto de ahí –comentó una mujer que conversaba con Chiharu –el anfitrión es el único que tiene derecho a vestirse de otro modo, ¡y el está vestido de un traje negro! Más que insolencia tan descarada –decía mirando hacia la puerta.
–¿Qué? –dijo Chiharu volteándose hacia la entrada confundido –¿...Arekusandā? –dijo mientras le nacía una gran sonrisa.

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