domingo, 26 de febrero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 26 1/2: "Alguien me está mirando".

  Son las diez de la mañana, y por fin estamos en Corea. Estoy emocionado. Quiero visitar todos los lugares posibles junto a Chisa-san. No obstante, imagino que ésta no debe ser su primera vez en Seúl, así que de seguro seré una molestia.


  Cuando entramos a las tiendas del aeropuerto, encontré un sin fin de cosas referentes a los lugares turísticos. Chisa-san me compró una revista donde aparecen cada uno de los lugares con sus respectivas ubicaciones y formas de llegar.
–¡Mira, Chisa-san! –exclamé señalando una foto de la Mt. Namsan– ¡Increíble! Me gustaría visitarla. ¿No es hermosa? –comenté entusiasmado.
–No te emociones tanto, Arekusandā –dijo mirando la foto–. Primero observa bien cada página. Cuando tengas una lista de los lugares que más te gustaron, me lo entregas –dijo mirándome–. Yo me encargaré del resto.
  ¿Me llevará a visitarlos? ¡Qué bien! Pero... éso no es correcto. Chiharu vino por asuntos de trabajo. Y lo que menos necesita son distracciones.
–Oye... Chisa-san –dije.
–¿Qué? –dijo entretanto respondía una ficha.
–No creo que sea buena idea que yo quiera visitar lugares turísticos mientras que tú viniste por otras razones –dije cabizbajo, pensativo–. Además, tú quieres pagarlo todo, pero no quiero que gastes más dinero en tontos caprichos míos.
  Chiharu dio un largo suspiro mientras fruncía el ceño. Eso significa que está enojado.
–Arekusandā –dijo tomando mi barbilla con su cálida mano derecha–, ya te lo he dicho antes, y te lo diré las veces que sean necesarias: yo pagaría lo que fuera por ti. Entiéndelo de una vez –decía acercando su rostro lentamente–. No seas terco, y déjame hacerte feliz.
Mis ojos destellaban alegría al oírlo decir ésas palabras. Quería gritarle al mundo que amaba a Chiharu. Todavía me parece increíble todo esto. Él es tan surreal... ésto que estoy viviendo es tan surreal...
  No importa lo que pase, seguiré pensando que él no debería de gastar tanto en mí. Bueno, supongo que nunca entenderé la vida de un excéntrico pintor adinerado.

–¡CHIHARU! –se oyó exclamar a Ruchia, aparentemente desesperada.
–¡Qué ruidosa! –respondió Chisa-san con mirada de odio– ¿Por qué mejor no te compras un megáfono si lo que quieres es que tu molesta voz se escuche en todo el continente?
–¡Te necesitan urgente! –dijo con su celular en mano– Deben revisar unas ventas de tu última obra. ¡Por favor, no seas tonto y ve luego!
–¡Pero si acabo de llegar! –respondió enojado– Demonios, veo que ni siquiera podré descansar un poco de todo esto.  
–Areku-chan –dijo Ruchia-sama acercándose a mí–. Tú vienes conmigo –dijo con una sonrisa poco confiable.
–¿A dónde te lo llevarás? –interceptó Chiharu, tenso.
–¡Ay! No hay de qué preocuparse, Señor Enojón –respondió ella mirándolo despreocupada–. Lo llevaré al hotel para que deje su equipaje, y luego vamos a pasear por los alrededores. ¡Nos la pasaremos muy bien! ¿Verdad que sí, Areku-chan? –aseguró mirándome sonriente.
–Eh... sí –respondí aturdido, mirando a Chisa-san quien tenía una expresión desconcertada.
–Oye, te lo advierto, Ruchia, ten mucho cuidado con él –dijo mirándola fijamente–. Ya sabes que...
–¡Claro, Chiharu-san! –interrumpió ella haciendo gestos de despreocupación– ¡Ya vete! Me regañarán si sigues incumpliendo como siempre lo haces.
–Arekusandā –dijo Chiharu tocando mi cabeza con cariño–, por favor, cuídate –dijo sonando preocupado.
–Sí... lo haré –respondí mirándolo.
  Chisa-san se alejó a paso lento. Se notaba que no quería ir a ésa reunión. Sólo espero que le vaya bien.
  Ruchia-sama y yo nos fuimos en la van privada de Chiharu al hotel. Me preguntaba cómo es que había en Corea una van de Chisa-san. ¿Él vive aquí?
–Ruchia... –dije pensativo– ¿De dónde ha salido esta van? –pregunté realmente confundido.
–Chiharu-san y yo hemos venido muchas veces –respondió, mirándome con la típica sonrisa que la ha caracterizado desde siempre–. Como nos movemos de un lado a otro, decidimos contratar una van privada para ésos casos. Por eso es que apenas él llega a Japón, el chofer llega listo para llevarnos a cualquier parte.
–Ya veo... –dije sorprendido.
  Realmente Chisa-san tiene buena vida.


  Entramos al cuarto del hotel para dejar nuestro equipaje. No obstante, no era un hotel cualquiera. Era un hotel cinco estrellas. Claro. No creo que a Chiharu le guste pasar las noches en un hotel barato, sucio y descuidado. La habitación que Chisa-san escogió era bastante amplia. Tenía una vista privilegiada. En el baño había un jacuzzi, mientras que a un lado del lavabo estaba instalada una pequeña fuente que se prendía de color azul y verde magenta. El piso estaba alfombrado de un azul grisáceo. El cuarto era de un color blanco impecable. En las paredes se podían ver flores de Mugunghwa pintadas de color negro. Tengo entendido que es la flor nacional de Corea del Sur. En general todo era muy, muy bonito y elegante.
–Areku-chan –dijo Ruchia-sama–, ¿vamos? ¡La van nos espera! –dijo sonriente con una cámara fotográfica colgando del cuello y dos sombreros veraniegos en una bolsa– Me he tomado la molestia de comprarte un sombrero para que te cubras la cabeza del sol –dijo dándome uno.
–¡Gracias! –respondí agradecido. entretanto me lo ponía.
–Y... –dijo sacándose la cámara del cuello– te quiero prestar mi cámara para que tomes foto a lo que tú quieras –dijo entregándomela.
–Vaya... ¡muchas gracias! –dije sonriendo.
–Bueno, vámonos ya –reiteró ella abriendo la puerta de la habitación.
  Salimos del hotel y subimos a la van. Ruchia-sama le pidió al chofer que nos llevara a una feria. 
  ¡Qué emoción! No puedo esperar a llegar.

martes, 21 de febrero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 25 2/2: "No busques un culpable. Busca una solución".

–Misaki –dijo Hikaru-sama–, ya llegamos. Si quieres puedes dejar tu abrigo en el carro. Ésta parte de la ciudad posee una temperatura más alta; es probable que te acalores si lo usas –dijo apagando el auto.
–Sí –dije sacándomelo–. Gracias.
  Bajé del auto con cansancio. Me dolían las piernas y el cuello. Ojalá que tenga un buen asiento cómodo para sentarme, porque realmente lo necesito.
  Caminamos hacia la entrada. No era una casa extravagante. De hecho, me pareció muy simple como para ser de él. Porque Hikaru-sama tiene dinero. Y mucho. Tanto que es una fortuna. 
–¿Ésta es tu casa? –pregunté sorprendido.
–Más o menos –contestó sacando las llaves–. Fue la primera casa que mi padre compró. Aquí jugábamos Nowaki y yo cuando éramos niños –dijo mirándome con una sonrisa nostálgica.
–¿Nowaki vivió contigo? –pregunté inquieto.
  Estaba en las tierras donde el pequeño Nowaki se paseaba... Me causaba cierta tristeza al imaginarlo cuando era niño.
–Bueno, no es que él vivía conmigo –respondió abriendo la puerta, cuya estructura parecía de una construcción gótica–, sino que sus padres viajaban mucho, por lo tanto lo dejaban aquí. Aparte mi mamá y mi papá son padrinos de Nowaki.
  Era muy extraño para mí escuchar sobre su familia, ya que Nowaki nunca me habló de ella.
–Pasa –ordenó Hikaru-sama.
–Gracias –respondí entrando.
  El piso era de madera. Cada vez que daba un paso, sonaba como si fuera a quebrarse. Las paredes estaban llenas de cuadros y fotografías en blanco y negro. 
–¿Quieres café o té? –preguntó soltándose la corbata.
–Eh... ¿agua? –propuse apenado– No tengo ganas de tomar nada fuerte.
–Sí, claro. Ahora mismo te traigo un vaso de agua. Aprovecharé para llamar a Nori –respondió yendo hacia la cocina que a simple vista parecía más amplia que la sala de estar.
–Sí. Gracias –contesté.
  Entre las fotografías que colgaban de la pared había una donde estaban dos niños con un perro grande. Me levanté y cuidadosamente acerqué mi rostro a ella. Permanecí bastante tiempo contemplándola con curiosidad.
–No cabe duda de que yo era muy lindo de pequeño, ¿verdad? –comentó Hikaru-sama con una risa, parado detrás mío.
  Me asustó su silenciosa presencia.
–¿Eres tú el chico de cabello negro? –pregunté impresionado.
–En realidad mi cabello era color café oscuro –corrigió sonriendo–. Con el tiempo se puso más claro.
–¡Increíble! –exclamé–. Pero, Hikaru-sama... ¿quién es el niño que está a la izquierda?
–¿El que abraza al perro? –dijo acercándose–. Ah. Ése es Nowaki.
–¿Nowaki? –reiteré conmocionado.
–Sí –respondió Hikaru sacando la foto de la pared–. Ésta foto la tomó nuestro abuelo... –comentó mirándola– Nowaki lo quería mucho.
–¿Murió? –pregunté.
–Cuando Nowaki estaba en su graduación de la universidad, al abuelo lo llevaron de urgencia al hospital –respondió suspirando–. Lo mantuvieron una semana internado –decía caminando hacia el sofá mayor de la sala–, pero luego le detectaron cáncer en los pulmones. Estuvo muy enfermo durante varias semanas. Nowaki se quedaba con él todas las noches. Recuerdo que mi primo perdió mucho peso. Su rostro ganó un aspecto cansado y siempre estaba preocupado por el abuelo –decía mirándome con pena–. Una noche el abuelo fue llevado a pabellón de emergencia. Estuvieron ahí adentro casi seis horas, pero él no aguantó más, y falleció.
  Me sentía muy mal con esa historia. Nowaki era muy apegado a su abuelo, y que de la noche a la mañana se ponga en estado crítico, debió de haber sido difícil.
–Dices que se puso mal cuando Nowaki se estaba recibiendo en la universidad, ¿verdad? –dije meditando.
–Sí –contestó.
–Qué horrible... Una alegría es apagada por una tristeza.
–Sí, lo es –concordó conmigo–. A pesar de que sacó el primer lugar de entre los alumnos con mejor rendimiento, nada lo pudo alegrar. Nowaki estuvo deprimido por mucho tiempo. 
  No imagino cómo debió de ser ése duro momento. Me da mucha pena.
–Oye, Misaki –dijo Hikaru-sama volviendo la foto a su lugar–, quiero contarte algunas cosas sobre la vida de Nowaki-kun –propuso regresando a su asiento.
–Sí... –dije sentándome a su lado.
  No sabía si estaba listo o no, pero no tenía más opción que escucharlo atentamente.
–Misaki... Nowaki nunca fue un niño feliz –comenzó diciendo–. Sus padres le compraban de todo. Desde jugueterías completas hasta el aparato electrónico de última generación. Pero jamás le dieron lo que él siempre anhelaba, lo cual era cariño y atención por parte de ellos. Nowaki es hijo único –dijo girándose hacia mí–, y como sus papás eran muy protectores, no lo dejaban salir de casa. Todos los días lo veía encerrado en su cuarto, escribiendo o leyendo. Podríamos decir que era básicamente lo único que sabía hacer, puesto que él tenía un mayordomo que lo vestía, sirvientas que lo atendían y un guarda espaldas que no lo dejaba salir a la calle ni jugar con otros niños de "baja categoría". Los pocos amigos que tenía era jóvenes mayores que él, y obviamente la diferencia de edad no le permitía compartir las mismas opiniones e ideas. Su casa poseía una inmensa habitación que más bien era como una biblioteca. Ahí era donde Nowaki pasaba todas las tardes de su infancia, leyendo y leyendo. Cuando sus padres volvían de viajes, él iba tras ellos para abrazarlos o para contarles cómo le había ido en la escuela. Sin embargo, ellos nunca estaban dispuestos a escucharlo. Siempre ponían excusas para evadir a su solitario hijo –decía pensativo–. Y las veces en las que nos veíamos, eran las únicas veces cuando él sonreía. Bueno, aparte de cuando leía.
  Vaya... Nowaki fue muy solo... Estoy triste por él.
–No sé qué decir, Hikaru-sama. Me parece tan injusta toda esa situación –comenté entristecido.
Lo sé, Misaki. Te entiendo –dijo–. Además, su personalidad se volvió cada día más tímida y amarga. Habían momentos en los que no sabía cómo acercarme a él, porque sufría de cambios de humor muy drásticos. 
–¿Nunca le dieron ayuda psicológica? 
–¿Para luego llevarlo al psicólogo? ¡No! Esas basuras son para hacer al doctor más rico –respondió enojado–. Me molesta que hayan abandonado a Nowaki de ésa forma tan cruel. Habían momentos en los que Nowaki me abrazaba y se ponía a llorar. Su soledad era más de lo que él podía soportar. 
–¿Y su relación con ellos actualmente? –pregunté curioso– Nowaki nunca me habló nada de ellos.
–Está resentido, Misaki –aclaró Hikaru-sama–. De vez en cuando se llaman. No obstante, hace mucho que no se comunican. 
–Y... sobre su esposa... –dije intentando saber sobre ése tema en especial.
  No aguantaba más por saber la verdad.
–Como te decía, Nowaki siempre estuvo alejado de todo y de todos. La universidad a la que asistió era exclusiva para alumnos hombres provenientes de familias adineradas e influyentes. Durante el tiempo en que estudió ahí, descubrió su... digamos "dote especial" –dijo mirándome–. Cuando salió se deprimió mucho por la muerte del abuelo. Luego de un año, Nowaki seguía en su residencia de siempre, puesto que no quería trabajar aún. Viendo la situación, su padre le presenta a Jerika Danji, quien resultó su esposa. Sin embargo, Nowaki no la quería. Sólo la aceptó porque quería agradar a sus padres para ver si de esa forma lograba alguna muestra de afecto por parte de ellos. Pero no fue así.
–¿Se casó por culpa de su padre? –pregunté inquieto.
–Así es –contestó Hikaru-sama–. Y como te conté antes, luego de que la descubrió tomando pastillas para controlar su enfermedad, decidió abandonarla, intentando usar la situación como pretexto para alejarse de ella. Él nunca la quiso. Siempre me decía que no soportaba su personalidad explosiva y superficial.
–¿Y por qué siguen juntos?
–Jerika estaba obsesionada con Nowaki. No lo quiso dejar, y entonces decidió abandonar Japón para evitar que él la encontrara para pedirle el divorcio. El padre de Nowaki está enterado, y lo apoyó desde el primer momento. No podían dar con su paradero hasta hace unas semanas que ella volvió. Por eso Nowaki sigue casado con ella. No pudo hacer nada para separarse. Él no te dijo nada porque tiene poca seguridad en sí mismo, y temía perderte –aclaró mirándome a los ojos–. Misaki, entiéndelo, por favor. Él te adora y no quiere alejarse de ti. Por eso el ocultó todo.
Una vez más no sé qué decir... –dije desconcertado y conmovido–Creo que ahora mi punto de vista ha cambiado.
–¿Ves? –dijo con una sonrisa– No busques más un culpable. Busca una solución, Misaki.
–Lo haré, Hikaru-sama –respondí mirándolo–. Gracias por decírmelo.
–No. Gracias a ti por haber llegado a la vida de mi primo –dijo sonriente–. Desde que te conoció, su vida y manera de mirar las cosas ha cambiado mucho.
  Creo que hablé mucho antes de saber lo suficiente... Necesito arreglar este problema. Ahora.

lunes, 20 de febrero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 25 1/2: "No busques un culpable. Busca una solución".

–Muchacho... ¡muchacho!  –decía una voz– Caramba, ¿por qué vienen a drogarse aquí, bajo este hermoso árbol?
  Creo que nunca dormí tan incómodo como lo hice esa noche. Mis huesos me dolían. Mi piel estaba congelada. Hacía mucho frío. Y para culminar con broche de oro, un viejo desquiciado me gritaba.
–¿Eh...? ¿Qué pasa...? –pregunté sin noción de mi alrededor.
–Oye, niño, ¿por qué tienes que drogarte aquí? ¡Los árboles también tienen vida, y no merecen absorber los tóxicos aromas de tus porquerías! –gritó mirándome con rabia.
  No entendía a qué venía éso. ¿Acaso era mi aspecto lo que daba impresión de ser un drogadicto?
–Disculpe. No entiendo –repliqué levantándome, entretanto me sacudía las hojas secas que se habían adherido a mi abrigo.
–¡No juegues conmigo! Sé muy bien que estás drogado. ¡Ahhhh! Los padres de hoy en día, ¡no saben criar a sus hijos! –exclamó tocándose la cabeza.
  No me gusta cuando tocan la palabra "padres"; es algo complicado para mí.
–¿Eh? ¿Que mis padres no supieron educarme? ¡Cállese! Mis padres fueron excelentes ejemplos de crianza, señor. ¡Por lo tanto evite hablar de mi familia! ¡Usted no me conoce, y no tiene derecho a opinar! –grité enojado.
  ¿Pero quién demonios se ha creído? No soporto a la gente que habla sin argumentos válidos.
  El anciano se quedó en silencio. Lanzó un suspiro y se volvió a tocar la cabeza.
–Tienes razón, muchacho. No debí decir éso –dijo sonando arrepentido–. Lo lamento.
–Está bien... –contesté arreglando mi desordenado cabello–. Gracias... por despertarme –dije con una falsa sonrisa, entretanto me alejaba con pesadez.
  Gracias por devolverme a la realidad. Nuevamente estoy de vuelta a esta miserable situación.
  Caminé lentamente hacía mi departamento. Escogí el camino más largo. Respiré lo más lento posible. No quería llegar. No quería enfrentarme a todos los problemas que se amontonaban rápidamente sobre mi espalda...
  Cuando faltaban más o menos veinte minutos para llegar al departamento, escuché una bocina sonar estruendosamente detrás mío. Volteé con curiosidad para ver de quién se trataba.
–¡Misaki-kun! –gritó la voz de Hikaru-sama.
–Hikaru-sama –dije sorprendido.
  Jamás me imaginé que fuera él. 
–¿Qué haces, chico? –preguntó con una pequeña sonrisa– Justo iba a buscarte.
–¿Para qué? –pregunté sin expresión.
  De hecho ni siquiera tenía curiosidad por saberlo. No me interesaba nada.
–Necesito hablar contigo –respondió deteniéndose.
–No me interesa, Hikaru-sama. En serio no me importa –repliqué, entretanto retomaba mi ritmo.
–¡Espera, Misaki! –gritó avanzando hacía mí– Es realmente importante. En tus manos está el futuro de Nowaki –agregó.
  Enseguida mi estado de ánimo cambió.
–¿Qué? –dije alarmado.
–Sí... Nowaki está en prisión preventiva, y están buscando pruebas para desacreditar los delitos que se le están acusando actualmente. Y como tú eres el co-protagonista de todo esto, eres el personaje más importante para poder aclarar todo.
  Ahora sí que me sentía entre la espada y la pared.
–No... 
–Misaki, por favor. Nowaki podría pasar veinticinco años en la cárcel –dijo con expresión triste–. Además, tú y yo sabemos muy bien que Nowaki sería incapaz de golpearte o causarte algún daño.
–Si es así, entonces ¿por qué me ocultó toda ésa basura de su pasado? –pregunté con un nudo en la garganta.
–Oye, tú realmente no sabes nada de su vida –dijo bajándose del carro–, pero no es porque Nowaki no quiera decírtelo.
–¿Entonces por qué? –pregunté mientras bajaba la cabeza, tratando de ocultar mis ojos llenos de lágrimas.
–Porque para él, hablar de su familia y de su niñez, es algo realmente doloroso –respondió acercándose a mí.
  Me quedé pensando en lo que dijo. ¿Por qué Hikaru-sama dice éso? ¿Habrá algo muy terrible de la vida de Nowaki que yo no sepa aún?
–Misaki –dijo Hikaru-sama tocando mi hombro–, ven conmigo. Quiero que vayas a mi casa para que tomemos té y conversemos.
–No sé, Hikaru-sama... –contesté dubitativo– No he hablado con Nori-kun desde la noche de ayer. No quiero asustarlo.
  Hikaru rió.
–¿Asustarlo? Supongo que te ausentaste durante toda la madrugada. Eso es razón suficiente para darle una gran preocupación –dijo con ironía–. Vamos a mi casa y le llamas desde ahí –propuso mirándome con ojos amables–. ¿Qué dices?
–Está bien –respondí con una muy ligera sonrisa. 
  Subí con Hikaru-sama y recosté mi cabeza sobre el frío vidrio polarizado. Creo que por un momento me quedé dormido. El delicado y agradable aroma del interior de su auto era muy relajante. Noté que cada cierto tiempo él me miraba disimuladamente. ¿Estará preocupado por mí? Supongo que éstos últimos días he dado la poco favorable impresión de ser un debilucho...

sábado, 18 de febrero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 24: "Mi primera vez... fuera de Japón".

–¡Hola! –exclamó una voz que realmente no quería oír en ése instante.
–¿Ruchia-san...? –dije con sueño.
  Efectivamente era ella. Sus ojos me miraban fijamente, llegando a intimidarme un poco.
–¿Dónde está Chisa-san? –pregunté mirando a mi derecha. Chiharu no estaba.
–¿Chiharu-san? –dijo ella– Fue al baño. ¡No te preocupes, Arekusandā-kun! Ya viene –exclamó con su típica sonrisa amable.
  Se me había olvidado un pequeño detalle: Chisa-san es adicto al higiene. Todos los días se baña. Y si es posible, lo hace dos veces en menos de 24 horas. ¡Es una enfermedad! Aunque reconozco que es bastante agradable estar cerca suyo. Su cabello y piel destilan un agradable olor a limpieza constantemente.
  Chiharu regresa del baño.
–Arekusandā  –dijo–, ¿quieres comer algo? 
–¿Puedo...? –respondí sorprendido. Más bien me preguntaba: "¿debo?". 
  Tengo entendido que la comida que ofrecen en esta parte del avión es muy diferente a la de los demás pasajeros. Y por ende, es obvio que costará mucho más.
–¿Por qué lo dices? –preguntó él.
–Bueno... es que... –dije pensativo.
–¡No seas modesto, Areku-chan! –exclamó Ruchia, nuevamente girando hacía nosotros– ¡Disfruta de la comida! ¡Es realmente deliciosa! –dijo sonriendo.
  No sabía qué decir. No quería sonar como un aprovechado.
–Hay cuatro opciones de desayuno –dijo Chisa-san acercándome una carta–. Escoge uno.
–¿Cuatro...? –reiteré hambriento, entretanto miraba cada uno de los desayunos disponibles– ¡¿30.000 YENES?! ¡¿ESTA COMIDA ES TRAÍDA DESDE MARTE O QUÉ?! –exclamé petrificado. 
  ¡Todas las comidas eran extremadamente caras! Sería capaz de evitar comer con tal de hacer que Chisa-san no gaste tanto dinero en un simple desayuno...
–¿Y bien? –dijo Chiharu.
–No sé qué escoger –respondí apenado.
–¿Por qué no? –preguntó Ruchia-san.
–Es que todo es muy caro. No quiero que Chisa-san gaste tanto por mi culpa –repliqué cabizbajo.
–Yo pagaría el precio que fuera a cambio de tu bienestar –respondió Chiharu acariciando mi mano.
  Mi cara se puso del color de una fresa. Me da vergüenza cuando dice ése tipo de cosas.
–¡Ah! ¡Qué lindo! –exclamó Ruchia-san– ¡Hacen tan bonita pareja los dos! ¡Se nota que se quieren! –dijo con una mirada morbosa. 
  Su comentario hizo que me sonrojara. Chisa-san dio un suspiro y miró con desprecio a Ruchia. Una de las cosas que menos le gustaban eran que dijeran cosas cursis sobre él. Sin embargo, recuerdo haberle dicho algunas cosas de ese estilo pero nunca me dijo nada. ¿Por qué será...?
–Eh... Chisa-san, no conozco ninguno de éstos platos. ¿Podrías ordenar el desayuno por mí? –propuse avergonzado de mi ignorancia– Tú sabes más sobre éste tipo de comidas que yo.
  Chiharu asintió con una leve sonrisa. A continuación, se dio vuelta hacia una azafata y le hizo una seña con la mano.
–¿Qué necesita, señor? –preguntó la mujer entretanto miraba a Chisa-san de forma coqueta.
  Yo diría más bien de forma ofrecida. Sólo faltaba un cartel que dijera cuánto paga por sus "servicios".
–Señorita, quiero ordenar dos desayunos –respondió Chiharu–. Uno será el plato número dos, y el otro será el número uno.
Sí, señor. Sus deseos son órdenes –dijo la azafata con una sonrisita estúpida mientras tanto se alejaba.
  Ruchia-san tenía razón al decir que Chisa-san dejaba a todas las mujeres del continente asiático locas por él.


~

  El desayuno tardó en llegar aproximadamente quince minutos, el cual trajeron acompañado de una taza de té caliente.
  Chiharu y yo comimos muy bien. Además, nunca antes había desayunado al lado de una ventana que dejaba ver un paisaje único como lo es el cielo. Algo que era normal para Chisa-san, para mí era la experiencia más mágica de todas. 

~

Señores pasajeros, estamos próximos a aterrizar en el aeropuerto de Seúl. Por favor, mantenga sus cinturones de seguridad abrochados hasta que se autorice su retiro. Gracias.

  ¡Ya llegamos! Estoy tan entusiasmado. Nunca antes había salido de Japón, hasta ahora. Lo único extranjero que había conocido eran las hamburguesas y el idioma inglés... ¡Qué emoción!

miércoles, 15 de febrero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 23: "¡Corre, si no el avión nos dejará!".

  Estoy realmente cansado. Obviamente no pude dormir. Chiharu me despertó a las seis de la mañana. Quería que me vistiera, quería que recogiera mis maletas, y también quería que comiera bien. ¡Qué estresante! En cambio para él todo estaba bajo control: tenía sus maletas listas, se había vestido de una manera fresca, había preparado el desayuno y lo único que le preocupaba era prender su cigarro. Cómo odio su tranquilidad.


Arekusandā, ¿estás listo? –preguntó Chiharu mirando su reloj– Ruchia no tarda en venir por ti.
–¿Por mí? Chisa-san, pensé que nos iríamos juntos –dije confundido.
–Y lo haremos –contestó él–. Debo arreglar unos asuntos antes de partir. Nos veremos en el aeropuerto –dijo mirándome–. No debes preocuparte, Ruchia estará contigo hasta que llegue.
–¿Ella irá con nosotros? –pregunté curioso.
No exactamente. Ella debe viajar a Corea también, pero estará a 500 kilómetros de nosotros.
–¿A qué va ella? 
–No sé –respondió Chisa-san–, ni intentes averiguarlo. Cuando se trata de sus asuntos es una tumba. No responderá ninguna de tus preguntas –dijo abriendo la puerta de la entrada–. No pierdas tu tiempo –agregó saliendo de la casa.
  Supongo que Chiharu tiene razón. Además, de todas formas él la conoce más que yo. Sabe con quién está tratando. Por lo menos Ruchia-san estará acompañándome mientras Chisa-san llega. Podría venir Hiro-san para raptarme y descuartizarme y luego llamar a Chisa-san para decirle que pague el rescate y así le entregaría una bolsa con mis restos adentro. ¡AAAAHHHH! ¡Maldita imaginación mía!

~


–¡Arekusandā-kun! –exclamó una voz aguda– ¡Vámonos!
  Me asomé a la ventana y vi a Ruchia-san en una camioneta con varias maletas en la parte trasera.
–¡Sí! –dije con una sonrisa– Enseguida salgo –agregué, entretanto agarraba mi equipaje y me ponía una bufanda.
  Cerré con doble seguro la puerta de la entrada. Sólo lo hice por prevención. ¿Qué pasaría si cuando llegáramos nos encontramos a Hiro-san adentro? También podrían robarnos y dejar la casa de Chisa-san vacía. Es... sentido común. 
  Entré al carro. Y con un suspiro, me despedí temporalmente de ésa casa.
–Arekusandā-kun –dijo Ruchia–, ¿cómo has estado?
–Bien –contesté con una sonrisa–, gracias. ¿Ansiosa por el viaje?
–¡Claro que no! –respondió riendo– He ido muchas veces a Corea. De hecho, he viajado mucho. Tanto así que se ha vuelto una tarea aburrida para mí –comentó.
  Vaya. Chisa-san y ella deben de haber recorrido el mundo entero... Esperen un momento. He dicho "Ruchia-san y Chisa-san"... ¿juntos? Han ido a tantos lugares... ¿juntos? 
–Ehm, Ruchia-san... –dije mirándola con curiosidad– Ustedes dos, ¿han viajado juntos todo el tiempo?
–Sí, Areku-chan –contestó ella–. ¿Por qué lo preguntas? –preguntó con una sonrisa.
Sólo era curiosidad –mentí con un pequeño gesto despreocupado.
  Ruchia es muy bonita. Chisa-san es un hombre extremadamente atractivo que vuelve locas a las mujeres. ¿Sería posible que haya existido algo entre ellos? Es una pregunta que recientemente me ha incomodado un poco, pero no estoy dispuesto a aclararla ya que no tengo las agallas para preguntárselo a Ruchia o Chisa-san.


~


–Escúcheme muy bien. Necesito que pongan extrema vigilancia. No quiero que ese tipo vaya a intentar hacerle algo a Arekusandā mientras estemos de viaje. ¿Entiende? –decía Chisa-san mientras miraba fijamente a los ojos de un señor alto, aparentemente de unos cincuenta años– Tengo fuertes sospechas de que está tramando algo.
–Supongo que usted está al tanto de cuánto dinero pedimos, ¿verdad? –preguntó el señor mirando a Chisa-san.
–El dinero no me importa – respondió Chiharu con expresión seria–. Lo único que me importa es que hagan bien su trabajo. 
–¿Lo matamos? –preguntó el señor.
–No es necesario –respondió Chisa-san tenso–. Sólo quiero que lo mantengan lejos. 
–No se preocupe –dijo entonces el hombre–. Su viaje será tranquilo. Sin embargo, considere que esto sólo funcionará en territorio coreano. Cuando usted vuelva a territorio japonés, nuestra guardia dejará de funcionar.
–Sí, sí, sí. Lo entiendo perfectamente –respondió Chisa-san.
–De acuerdo. Nuestros servicios estarán atentos a su llegada. Gracias por confiar en nosotros  dijo mientras ambos estrechaban manos.
  Chisa-san salió del edificio con un rostro que emanaba satisfacción. Entró a su auto y se dirigió al aeropuerto mientras fumaba.


~

–¡Ahí viene, Arekusandā-kun! –exclamó Ruchia entretanto señalaba a Chisa-san de entre la gente que entraba y salía del aeropuerto.
–¡Chisa-san! –dije sonriente. Su presencia me calmó bastante, puesto que estaba muy preocupado por saber si alcanzaríamos el vuelo. Agotado estaba de esperarlo.
¡Chisa-san, falta media hora para que el avión despegue! –exclamó mirándonos a Chiharu y a mí.
¿Media hora? –reiteró Chisa-san preocupado– ¡Demonios! Vámonos ya, si no nos retrasaremos aún más.

  Luego de entregar nuestro equipaje, tuvimos que pasar por un control de seguridad. Después de hacerlo, Chisa-san, Ruchia-san y yo, corrimos hacia la puerta número 69 para abordar el avión. Realmente corrimos bastante. ¡Me sentía como en una maratón! Cinco minutos después de haber subido, el avión despega. Fue un milagro que hayamos llegado a tiempo.
–¡Increíble! ¡Llegamos justo a tiempo! –exclamaba Ruchia-san desde su asiento, cuyo lugar era frente al de Chisa-san. Creo que la idea no le agradaba mucho.
–¿Estás bien, Arekusandā–preguntó Chiharu mientras tomaba mi mano. Debo admitir que éso provocó que me sonrojara.
–Sí –contesté apenado–. Chisa-san... no es necesario que tomes mi mano aquí –dije preocupado por que alguien nos viera. ¡Si se llegan a enterar de nuestra relación se armará un horrible escándalo!
–¿Por qué no? –preguntó él con voz tranquila– Si estás preocupado por las personas, no hay necesidad de que lo estés. Estamos en la parte privilegiada del avión. Aquí nadie nos molestará. De hecho, si es necesario podemos poner una cortina alrededor de nosotros, así nadie nos mirará.
–¡¿EEEEHHH?! ¡Yo no haré nada aquí arriba! –exclamé preocupado– ¡Nos descubrirán!
–Tranquilo, tonto –respondió acariciando mi mano–. No pasará nada. De todos modos considero que el sexo sabe mejor con los pies en la tierra –agregó con una risa suave.
–¡Pervertido! –dije en voz baja con la cara roja.
¡Ahhh! ¡Mira qué lindo! ¡Arekusandā-kun ha hecho que Chiharu-san sonría! –exclamó Ruchia mirándonos con cara de fujoshi– ¡Esto sí que es un hecho histórico! ¡Tomaré una foto para el recuerdo! –dijo ella sacando una cámara– ¡Sonríaaaaaaaaan!
  No tuve tiempo si quiera de pestañear. Cuando pude reaccionar, Ruchia-san ya había tomado la foto. Chisa-san había cambiado su expresión a una de intenso odio. Podría jurar que sus ojos se habían vuelto rojos. Creo que tomar la foto fue una pésima idea...