lunes, 30 de enero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 21 2/2: "Mi novio es tu ídolo".

–Ya llegamos –dije suspirando, entretanto apagaba el coche.
–Es muy bonita su casa, Areku-chan –comentó Igunashio–. Apuesto a que ha de valer mucho.
–No lo sé, Sempai –respondí sacando las llaves–. Venga, entremos ya.
  Nos bajamos del coche rápidamente. En verdad estaba muy apenado. No sé qué le voy a ofrecer de aperitivo. Rayos. ¡Ni siquiera un aperitivo! Lo más probable es que quiera comer algo más consistente. Tendré que pedir comida china.
 Abrí la puerta y entramos. Igunashio no dejaba de mirar a todas partes, impresionado y emocionado. Supongo que conocer la casa de tu ídolo es lo mejor que puede pasarte.
–Chiharu, ya llegamos –exclamé, cerrando la puerta.
  Hubo un silencio. 
–Huele muy bien... –comentó Sempai–. ¿Dejaste algo en la cocina?
–Pues, en realidad no –dije, extrañado por el olor a comida que había.
  De repente, escuché un sonido en la cocina. En seguida, Chiharu apareció con un delantal puesto.
–Chiharu... –dije confundido– ¿Qué haces?
–Cocino algo, por supuesto –respondió con voz pasiva–. ¿O acaso creías que dejaría a nuestro invitado sin comer?
–Está cocinando para mí... –murmuró Igunashio, mientras miraba anonadado a Chisa-kun.
–Oh, lamento no haberme presentado –dijo Chiharu acercándose hacia Sempai–. Soy Chiharu Takemura –dijo haciendo una leve reverencia.
–S-soy Igunashio Burakku, es un honor conocerlo –respondió, haciendo una amplia reverencia.
Por favor, pasen a la mesa –dijo Chisa-kun con el típico tono de voz que me enloquece–. Traeré la comida.
  Transcurrieron alrededor de diez segundos, en los que Igunashio y yo nos miramos sorprendidos. Entonces llegó Chiharu con dos platos grandes en cada mano. El olor que emergía de aquella comida era delicioso. No sé cómo rayos pudo preparar tanto en tan poco tiempo.
–He preparado Tempura y Buta-Jiru –dijo poniendo los platos en la mesa–. Sírvanse a gusto.
–¡Wow! –exclamó Sempai–. ¿Sabes cocinar? Es increíble todas las cosas que puedes hacer.
 Chisa-kun se limitó a responder con una leve sonrisa. En verdad Igunashio tiene razón. Chiharu sabe hacer tantas cosas... Es todo un multiuso.
–¿Vino? –ofreció Chisa-kun.
–¡Sí! Por favor –respondió Igunashio.
–¿Arekusandā–dijo mirándome con una sonrisa, entretanto le servía vino a Sempai.
–No, gracias... –respondí aún sorprendido.
  Chisa-kun se retiró con el vino. Tiempo después, se quitó el delantal y volvió a la mesa. Esta vez para servirse y sentarse con nosotros. Ahora estoy nervioso.
–Entonces ustedes dos son buenos amigos, ¿cierto? –preguntó Chiharu mientras comía un poco de Buta-Jiru.
–Claro –contestó Igunashio–. Nos conocemos desde niños. ¿Verdad, Areku-chan?
–Sí, es cierto –contesté, bebiendo agua.
–Oh, ¿en serio? –dijo Chisa-kun.
–¡Sí! Incluso estudiamos lo mismo –respondió Sempai sonriendo, entretanto cortaba un pedazo de carne de cerdo.
–Qué interesante. Me alegra saber que Areku tiene un buen amigo –dijo Chiharu mirándolo con una sonrisa.
Por supuesto, Chiharu-san –dijo Igunashio-Sempai–. Así también me alegra saber que Arekusandā ha encontrado el amor en ti –dijo, entretanto se llevaba un pedazo de carne a la boca.
  Una vez más, un silencio espectral se adueñó del ambiente.
–¿Lo... sabes? –preguntó Chiharu, tenso.
–Sí –contestó Igunashio, sonriendo–. No hay problema. Yo lo sé todo.
–Así es, Chisa-kun –dije. 
  Creo que Chiharu se sintió incómodo.
–De acuerdo –respondió él sin más–. Supongo que ha sido perturbante para ti.
–No, para nada –contestó Sempai con la voz tranquila.
–¿De verdad? –pregunté asombrado.
–Sí. ¿Por qué lo preguntas, Areku-chan?
–Bueno, es que, no creí que te lo fueras a tomar así, a la ligera.
¿Quién crees que soy? No tengo ningún problema mientras a ti no te cause daño.
–¡Qué bien! Me alegro mucho de verdad –dije sonriendo.
–¡Claro! Por algo soy tu mejor amigo –respondió bebiendo un sorbo de vino–. Por cierto, Chiharu-san, ¿podría hablarme de sus obras? Es decir, realmente soy un gran fan de ellas y pues, quisiera saber en qué se inspiraba o en qué pensaba al momento de hacerlas –preguntó de forma un poco apenada.
–Créeme, es muy fan tuyo –recalqué riendo.
  Chiharu sonrió. Luego de eso, comenzó una larga charla entre Sempai y Chisa-kun. Hablaron de todo. Igunashio se moría al escuchar detalles exclusivos de sus obras favoritas. Chiharu a cada rato se reía de las ocurrencias de Igunashio-Sempai. Y yo, disfrutaba al mirarlos. Nunca creí que resultaría así. Estoy feliz.
  Nos la pasamos muy bien hasta la noche. Igunashio debía avisar a la confitería que se había retirado, ya que vino conmigo sin decir nada. Sí, es bastante estúpido lo que hizo. Así que se fue muy nervioso. Espero que lo perdonen. Entretanto yo y Chiharu recogimos la mesa, limpiamos todo, y dejamos impecable cada rincón de la cocina.
  Estaba muy cansado. Tuve un día bastante agitado y estresante. Menos mal que mañana es el viaje.
–Areku, mañana en la mañana nos iremos al aeropuerto –dijo Chiharu, saliendo del baño. Se había dado una ducha con agua fría. No entiendo el por qué...
–Sí, lo sé. Créeme que estoy muy ansioso por ir –respondí con una sonrisa–. Oye, de verdad me sorprendiste hoy.
–¿Hoy? Todos los días te sorprendo con algo –dijo, dejando salir su gran ego.
–Sí, es verdad, Señor Presumido –contesté riendo–. Pero, me refiero a que jamás pensé que cocinaras tan delicioso. Fue de gran ayuda, porque no había nada de comida para ofrecerle a mi amigo. Y pues, tú me salvaste. Gracias.
No es problema para mí, y lo sabes. Lo hice por ti, y si lo hago por ti, todo vale la pena –respondió, secándose su musculoso torso.
  Me sonrojé con lo que dijo. Siempre lo hago. Cómo me odio por eso. Soy demasiado tímido.
–Chisa-san, tengo una pregunta curiosa que hacerte.
–¿Qué es? –preguntó, esta vez secándose el pelo con una toalla azul grisáceo que tenía su nombre grabado.
–¿Por qué te bañaste con agua fría? 
–Ya sabrás por qué... –dijo con una sexy sonrisa.
  
  Chiharu bajó las escaleras de forma misteriosa. Me preguntaba qué sucedía. Poco tiempo después, regresó, como si nada. A diferencia de que traía una bolsa en la mano derecha.
–Eh, Areku, ¿podrías traerme una rosa que dejé haya abajo? Quiero... ponerla en un vaso con agua, aquí en la habitación. Se vería bonita... Serviría como decoración –dijo pensativo. Esta vez su voz se oía rara. Como si estuviera meditando cada palabra.
–Sí... claro –respondí extrañado–. ¿En qué parte está?
–Eh, a decir verdad, no lo sé –contestó sonriendo levemente–. Pero aquí te espero. Ve tranquilo.
  Algo le pasaba. Pero, no sabía qué era.
Okay... –contesté. Bajé las escaleras y comencé la búsqueda de la rosa. La busqué por un largo rato. No la encontraba por ninguna parte. Decidí mirar afuera, y la vi, tirada a un lado de la maceta de Girasoles que tanto me gustaba. Suspiré aliviado. Por fin la había encontrado. Apagué las luces, puse seguro a la puerta y subí con la rosa en mano.
Ya la encontré –dije abriendo la puerta.
  En cuando entré, un olor a lavada invadió mis pulmones. La habitación estaba decorada con velas aromáticas. El piso estaba cubierto por flores de Sakura. Era una escena irresistiblemente romántica, y a la vez mágica. Al ver la habitación en ese estado, la rosa que traía en mi mano, cayó repentinamente. Me impresioné mucho.
–¿Qué...? –dije sorprendido.
–Me preguntaste por qué razón me duché con agua fría... –dijo su voz, entretanto sus brazos me abrazaban por detrás– La razón era porque quería sentir frío, para luego, calentarme contigo –dijo con voz penetrante.
 Sus manos comenzaron a acariciarme. Mi cuerpo comenzó a sudar. Sus labios besaban mi cuello. Y mi cuerpo, pedía más. Chiharu me excitaba, y mucho. Poco a poco nos desvestimos. Chiharu me tiró en la cama, y él se puso arriba mío. Su lengua lamía mi pecho. Sus manos jugaban con mi cabello. Entretanto, yo lo acariciaba con dulzura.
–Hazme el amor... –susurré.
–Tus deseos son órdenes –contestó.
  Besó mis labios con erotismo. Y lentamente, introdujo su miembro en mí. Me penetró con frenesí. Yo gemía de placer sin parar. Los dos nos volvimos unos locos enamorados. Toda la noche estuvimos juntos. Fue una de las mejores noches que he pasado con él.
–Te amo –decía constantemente.
Yo también te amo, Arekusandā –respondió besándome.
  Nos cuerpos se unían derrochando profundo placer el uno por el otro. Me sentía en las nubes. No había mejor sensación para mí que ser el esclavo sexual de Chiharu toda una noche. 
  Luego de haber gemido por varias horas, lo único que deseaba era ser abrazado por él.
–Me has regalado la mejor noche de mi vida –dijo Chisa-kun.
–Tu me das con sólo existir –respondí abrazándolo–. Abrázame, por favor.
  Chiharu sonrió con ternura y me abrazó con sus cálidos brazos. 
–Buenas noches, mi amor –dijo, besando mi cabeza.
–Buenas noches –respondí en voz baja.
  Nos quedamos dormidos de esa forma. Lo único que escuchaba eran sus latidos, latidos que se convirtieron en una dulce melodía para mi ser.

domingo, 29 de enero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 21 1/2: "Mi novio es tu ídolo".


–¡Buenos días, Maikeru-sempai! –exclamé entrando a mi oficina.
–Buenos días, Areku-chan –contestó Maikeru, sonriente–. ¿Cómo estás?
–Muy bien, Sempai –dije alegre–. Gracias.
  Entré a mi oficina y cerré la puerta. Hacía mucho tiempo que no venía. Desde el accidente con Hiroshi y todo ese asunto estuve en tratamientos y recuperándome de traumas en los huesos. Pero, gracias a Dios, estoy de vuelta.
  Miré a mi alrededor. Examiné cada esquina. Abrí mi correo y revisé cada mensaje. Quería asegurarme de que no había rastro de Hiro-san por ninguna parte.
  De pronto, tocan la puerta de la oficina.
–Adelante.
–Arekusandā-kun –dijo la secretaria–, ¿me permite sus llaves, por favor? 
–Sí, claro, pero ¿para qué?
–Mientras estuvo ausente, se construyó un nuevo laboratorio de idiomas. Como es lógico, necesita de una llave para entrar. Por eso las necesito.
–Oh, de acuerdo –respondí.
  Abrí la gaveta de mi escritorio y saqué las llaves. Sin embargo, un pedazo de papel en particular llamó mi atención. Estaba enrollado y amarrado con una cinta roja. Lo saqué junto con las llaves y me puse a examinarlo.
–Disculpe, señor...
–¿Sí?
–Las llaves –dijo sonriendo.
–¡Oh! Sí, sí. Disculpe –dije entregándolas.
Gracias –replicó, retirándose.
  Me interesó tanto ese pedazo de papel. Decidí abrirlo con gran curiosidad. Su interior decía: "¿Pasándolo bien? Pues disfrútalo, muchacho, porque poco te queda. Atte: Anónimo". Dios mío, ¿será Hiroshi? No, no, no, no... ¡Imposible! Por favor, no... ¡Sería mi peor pesadilla! Cogí el teléfono y le marqué a Chiharu. 

–¿Chisa? 
–Muñeco –respondió Chisa-kun al teléfono.
–No vas a creer lo que acabo de encontrar en mi oficina.
¿Qué es?
–Un papel que decía: "¿Pasándolo bien? Pues disfrútalo, muchacho, porque poco te queda", de "Anónimo".
–...¿Sospechas de alguien? –preguntó Chiharu con voz tensa.
–Sí... –respondí pensativo.
–¿Quién?
–Hiroshi.
–Mi amor, no empieces. 
–¿Qué? A lo mejor anda vivo por ahí, buscando la oportunidad perfecta para secuestrarme nuevamente.
–Areku, iremos a Corea. ¿Recuerdas? Aprovechemos la oportunidad de pasar tiempo juntos, sin miedos. Nadie te seguirá hasta Corea. 
–¡Es cierto! –exclamé entusiasmado–. Por poco lo olvidaba. ¿Cuándo es, amor? ¿Mañana?
Sí. Prepárate. Llegaré más temprano de lo habitual. Te amo.
–Está bien. Te amo –respondí.
–Adiós, muñeco.
Adiós, Chisa-kun.
  Sin embargo, colgué el teléfono con miedo. Sentía que Hiroshi podría estar a la vuelta de la esquina con una cierra eléctrica y una máscara ensangrentada esperando para cortarme en pedacitos para luego meterlos en una bolsa y tirarme al río. ¡Ahhhhhhh! ¡Esto me angustia tanto! No veo la hora de irme a Seúl con Chiharu. Estoy seguro que me servirá mucho.


  Luego de una irritante jornada, llena de estudiantes indisciplinados, y estrés por montón, quise pasar a comprar un par de barras de chocolate rellenas de crema de maní, puesto que son las favoritas de Chiharu. La tienda estaba más llena que de costumbre. Y lo que es menos habitual, habían pequeños grupos de niñas gritando extasiadas.
–¡YA SALIÓ, YA SALIÓ! –gritaba la más pequeña.
–¡Dios mío, no puede ser! –exclamaba una mujer, la cual aparentaba tener alrededor de treinta años. 
–¿Qué es todo esto...? –me pregunté con voz baja mientras caminaba hacia el mostrador–. Buenas tardes. ¿Tiene barritas de chocolate de crema de maní? –pregunté sacando la billetera.
–¡Claro que sí, señor! –respondió el cajero, quien estaba agachado, aparentemente recogiendo algo.
–Gracias... –decía mirándolo.
  Estuvo ahí agachado alrededor de diez minutos. Poco faltó para que me quejara.
–Perdón por la demora –dijo el cajero, levantando la cabeza –, ahora mismo le entrego su pedido.
–¿IGUNASHIO-SEMPAI? –dije sorprendido. Miré al cajero, y era mi mejor amigo. No lograba entender qué hacía trabajando en una tienda de confitería–. ¿Qué pasó, Sempai? ¿No entraste a trabajar?
–¡Por supuesto que sí entré, Sempai! –respondió Igunashio, sonriente–. Es solo que, estoy reemplazando a mi primo. Se lastimó una pierna y teme perder el puesto. Me pidió de favor que lo cubriera, y pues, accedí. Será sólo por una semana. Además, me dieron vacaciones por catorce días. 
–Entiendo... –respondí con una leve sonrisa–. Espera, ¿te dieron vacaciones por catorce días? –pregunté confundido.
–Sí –respondió–. Bueno, no exactamente. Sucede que están arreglando la infraestructura, y demoran en terminar los arreglos aproximadamente diez días. Por eso nos mandaron a casa.
–Ah, es por eso. Ahora entiendo –contesté, sonriendo levemente. 
–¿Y tú? ¿Qué me cuentas de tu academia? Me enteré que te desapareciste de ahí por un buen tiempo –preguntó con voz curiosa.
Eh... sí. Estuve ausente por dos meses.
¿Por qué? –preguntó, luciendo algo preocupado.
–Tuve unos inconvenientes personales. Nada importante... –respondí, mintiendo descaradamente.
  ¡No voy a hablar del tema con nadie! Es demasiado escandaloso como para contarlo. A pesar de que es mi mejor amigo. Quizás deba contarle, pero no aún.
Lo bueno es que estás de vuelta –comentó despreocupado–. Sin embargo, tengo una gran duda...
–¿Qué es? –pregunté.
–¿Todavía vives con... él? –preguntó de forma quisquillosa.
–¿Quién? –dije, haciéndome el tonto.
–¡Ay! Ya sabes –dijo emocionado–. ¡Chiharu Takemura!
–¿Por qué te interesa saberlo? –pregunté un poco molesto.
–Areku-chan, eres mi mejor amigo. ¡Todo lo que suceda contigo me interesa! Sobretodo cuando hablamos de Chiharu Takemura... ¡Él es el mejor!
–¿Eres su fan?
–Quién no –respondió sonriente–. Venga ya, contesta mi pregunta –insistió.
–Está bien. Sí, todavía –contesté con pesadez.
–¡Wow! Me imagino que de todo ha pasado, eh –interpretó con una risita bastante molesta.
–Sí, es cierto. Han pasado muchas cosas –admití con un suspiro agotado.
–¡Qué emocionante! –dijo, quitándose la gorra–. Oye y... ¿encontraste a tu media naranja? Todas las chicas de la Universidad se derretían por ti. ¿Te acuerdas? ¡Incluso las moscas suspiraban por ti! –dijo riendo.
No exageres –respondí, riéndome del asunto–. Pues... sí. Conseguí a alguien.
  Aquí vamos. No sé cómo decírselo. Aunque lo más probable es que reaccione bien.
–¡¿Quién es?! –preguntó muy interesado, como siempre.
  No quiero decirlo. Es decir, no es que me avergüence de Chiharu... es solo que no encuentro la forma de hablarle del tema.
–Es...
–¡Ya, dilo! –exclamó Sempai con desespero.
–Es Chiharu –respondí en voz baja.
–¿Chiharu... Takemura? –reiteró con la boca abierta.
–Sí... –repliqué un poco incómodo.
–Entonces eres gay... –intuyó Igunashio.
–¡Claro que no!
–Oh, vamos, ¿entonces qué eres? Acéptalo.
–Basta.
–Está bien. Oye, ¿puedo conocerlo? Digo, no es que me esté muriendo por obtener un autógrafo suyo ya que es mi ídolo, sino que algún tipo de relación debemos tener ahora que se ha convertido en tu novio  excusó Igunashio. Nunca fue bueno para mentir, y esto lo confirma.
–¿Ahora? –pregunté, pensando en Chiharu. Estoy seguro que rechazará toda propuesta de visitas.
–¡Sí! ...Es decir, si puedes.
–¿Puedo hacer una llamada, en privado? –pregunté sacando mi celular.
–Sí, sí. Seguro –respondió ansioso–. Iré a cobrar unas cosas.
–Sí. Gracias –contesté.
  Salí de la tienda, y marqué al celular de Chisa-kun. Realmente recibir visitas no es lo mío. Pero como es mi mejor amigo, no se lo puedo negar. Además, hace mucho que no nos juntamos como antes. Quizás esta sea una buena oportunidad para volver a hacerlo y, para que conozca a Chiharu.
–¿Qué pasa, Areku? –contestó Chisa.
–Oye, amor, me encontré con un buen amigo, y... tiene ganas de hablar.
–Pues hablen. No creo que esa sea una acción que necesite de mucho trámite.
–No, no. Me refiero a que quiere hablar conmigo, pero en casa. Tiene ganas de visitarme. Ahora.
–¿Quiere venir? –preguntó.
–Sí. Escucha, intenté evadir cualquier tipo de visita pero él insistió y...
–No hay problema. Puede venir.
–¿En serio? –respondí incrédulo. Es muy difícil que Chiharu acepte visitas de sus amigos. Y que acepte la visita de un desconocido, es realmente impresionante.
–Sí, muñeco. Es más, no hace falta preguntarme. Sabes que mi casa es tu casa también. Por lo tanto, puedes traer a quien quieras –dijo con voz tranquila–. Bueno, no hay ningún inconveniente mientras no intente tocarte.
–Ah, claro que no –contesté, sonrojado.
–Los veré entonces –se despidió Chisa-kun–. Te amo.
–Te amo –respondí cortando.


  Entré a la tienda y esperé a Igunashio. Mientras esperaba, nuevamente vi el grupo de personas anterior, esta vez fuera de la confitería, gritando y besando una revista. No logro comprender qué es todo eso. Luego de una sesión de intensos gritos, las mujeres se alejaron.
  E Igunashio volvió.
–¿Y? –preguntó.
–Eh, llamé a casa, y dijo que está de acuerdo.
–¡Fabuloso! –exclamó– Estoy tan ansioso. Estoy seguro de que es un sujeto muy simpático. ¿No es así, Areku-chan? –dijo con cara coqueta.
–Sí, así es –respondí riendo entre dientes–. Sempai, vi un par de mujeres gritando muy exasperadas dentro de la confitería... ¿Por qué?
–Oh, yo sé por qué. No sé si te has dado cuenta pero, hay una noticia muy interesante del famoso escritor Nowaki Hashimoto que está por todas partes. Y es un verdadero escándalo.
–¿Qué es? –pregunté interesado.
–Al parecer hubo un fuerte altercado con su pareja en su departamento. Se dice que poco faltó para que se mataran entre ellos. Y eso no es nada. Están diciendo que Hashimoto arriesga hasta veinticinco años de cárcel por intento de asesinato. ¡Es horrible!
–¿Qué? –dije sorprendido– ¿Cuándo pasó eso?
–Ayer en la noche.
–Qué lástima. Pensé que era un buen chico.
–¡Y lo es, Areku! A mí me parece que la prensa está exagerando todo. Ya sabemos cómo son.
–Oh, sí, concuerdo contigo –respondí, pensando en los estúpidos reporteros que armaron una tonta noticia sobre Chisa-kun y yo–. Son una verdadera molestia.
–Espero que no pase nada, ya que los policías han dicho que el futuro judicial de Nowaki es incierto. Realmente pienso que no hay que armar una batahola sin saber los detalles a fondo. Además, la pareja de Hashimoto está hospitalizada. Falta su declaración. Hasta entonces, seguiré pensando que todo esto está incompleto.
–Sí, tienes razón –dije pensativo–. Bueno, ¿nos vamos? –propuse cambiando de tema.
–Sí, vámonos –respondió.
 Entramos al auto y nos dirigimos a casa. Estoy nervioso. No hay nada hecho. No tengo comida para ofrecerle, ni nada de tomar. ¿Qué impresión voy a dar? Esto será incómodo.

sábado, 28 de enero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 20 4/4: "No quiero perderte".

–¿Seguro que estarás bien? –preguntó Hikaru-san–. Te esperaré aquí. 
–No –respondí, llorando–. Vete. Gracias por traerme. Tomaré un taxi de regreso.
–¿Estás demente? Una tormenta está por empezar. Ve. Te espero.
–Dije que no, Hikaru-san. Por favor, no insistas.
–Como quieras. Adiós –respondió Hikaru. El coche avanzó, dejándome solo ante esto.

  Subí el ascensor hasta el octavo piso. Toqué la puerta n° 258 y el rostro de Nowaki apareció en la puerta, aparentemente sorprendido con mi visita.
–Misaki. Amor, ¿cómo estás? –preguntó con una sonrisa.
–Guarda tu amor para otro momento. O más bien, para otra persona –respondí entrando al departamento.
–¿Qué? –dijo sorprendido–. ¿De qué hablas?
–Jerika Danji. ¿Te suena, mi amor? –pregunté lleno de enojo.
–¿Cómo sabes de ella? –preguntó, cerrando la puerta.
–Hikaru me contó todo. ¡¿POR QUÉ ÉL Y NO TÚ?! Oh, espera, creo saberlo. ¡Me engañabas! Todo esto fue una mentira, ¿no es así?
–¿¡De qué hablas, Misaki!?
–¿Por qué no te divorciaste de ella? ¿Eh? ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Se supone que somos una maldita pareja, Nowaki! No sé hasta donde estabas dispuesto a alargar esta farsa conmigo, pero ya no quiero averiguarlo. Se terminó, Nowaki. Se terminó, para tu agrado. Es la mejor noticia que pude haberte dado, ¿no es cierto? ¡RESPONDE MALDITO!
–¿QUÉ MIERDA DICES? ¡No he podido divorciarme de ella porque desapareció!
–¿Ah, sí? ¡Pues déjame darte las buenas nuevas: TU ESPOSA ha vuelto! ¡Corre, anda! Ve y dile cuánto la extrañabas. Eres un perro bastardo.
–¡BASTA! ¡CÁLLATE! ¡Demonios, déjame hablar! –gritó mientras arrojaba a la pared un copa de vino que sostenía en la mano izquierda–. ¡Has llegado y el único que ha hablado has sido tú! ¿Cómo rayos piensas que puedo responder si no cierras la maldita boca?
–No me interesan tus respuestas falsas. ¡NO ME IMPORTA! Cómo pude haber creído en ti... Creí que mi vida iba a brillar nuevamente pero, resultó todo lo contrario. En un santiamén volví a la oscuridad de mi vida. Juro que ya no me importa si quiera respirar. 
–Misaki, deja de decir cosas así, por Dios. ¡Por favor, te suplico, déjame explicarte! Te aseguro que eres la única persona que ha valido la pena en toda mi vida. Por favor, Misaki –decía Nowaki acercándose a mí–. Por favor, cree en mí. Yo te amo como a nadie he amado –decía acercando su rostro al mío–, no podría soportar tenerte lejos –dijo con intención de besarme.
–¡ALÉJATE! –grité dándole un golpe con el puño cerrado en la cara–. ¡Detente! No te creo nada –dije, llorando.
–Misaki... –dijo Nowaki con la nariz sangrando.
–¡Cállate! –grité, mientras corría hacía él–. ¡Me lastimaste tanto, maldita sea! –dije, golpeándolo.
  Lo único que se podía escuchar eran los gemidos de Nowaki cuando lo golpeaba. Su rostro estaba lleno de arañazos y se podía ver como su piel empezaba a lucir roja. Nowaki estaba todo lastimado y lleno de heridas. Sus manos tenían pequeñas heridas de tanto forcejear. Mi cuerpo estaba sudando y mis manos temblaban. La adrenalina en mi sangre estaba en su clímax. Tanto así que cogí la botella de vino que estaba en la mesa e intenté quebrarla en la cabeza de Nowaki sin pensarlo.
–¡Misaki, no! –exclamó Nowaki, sujetando mis brazos con fuerza. Podía sentir como sus manos prácticamente se hundían en mis extremidades por la fuerza que ejercía.
¿¡Por qué me haces esto!? –gritaba con los ojos llorosos e inyectados en sangre.
–¡¡¡Misaki, ya, basta!!! –fue lo último que escuché. Nowaki me empujó de tal forma que me golpeé la cabeza contra la pared, y sin saber nada más, caí en el piso, perdiendo el sentido.
–¡¡¡¡MISAKI!!!! –gritó Nowaki, tirándose al piso con lágrimas en las mejillas–. ¡RESPONDE, MISAKI! –decía con desespero. Nowaki se levantó, agarró su celular y llamó a una ambulancia. Diez minutos después, el departamento estaba lleno de policías, y los vecinos se aglomeraban para saber qué había pasado. Enfermeros de la ambulancia iban y venían, mientras que Nowaki estaba siendo interrogado por la policía de investigaciones. 
–¿Puede explicarme con detalle qué sucedió aquí? –preguntó el policía.
–Yo y mi pareja... discutíamos... todo se fue a mayores y... –suspiró con amargura– lo empujé. Se golpeó en la cabeza al dar con la pared y cayó inconciente –decía llorando–. Fue un accidente, señor. Yo le juro que no tenía la mínima intención de herirlo. Él me golpeaba pero yo no hacía nada por detenerlo. Míreme a mí. Estoy envuelto en heridas, señor. Mi pareja no presenta ninguna herida. Yo no lo quise golpear, lo juro por el amor que le tengo –decía Nowaki con los ojos llorosos y con la cara llena de sangre. Sus manos temblaban mientras que gotas de sangre resbalaban por sus dedos.
–Si es verdad o no éso lo decidirá la policía, señor Hashimoto. Por favor, acompáñeme a la delegación –ordenó el jefe de investigación, poniéndole esposas en las muñecas.
–Misaki, perdóname... –murmuró Nowaki con los ojos hinchados de tanto llorar. 
  La ambulancia se había llevado a Misaki a urgencias. Mientras que Nowaki fue llevado a la delegación para constatar lesiones. Una tormenta atacaba la ciudad. Gotas que parecían lágrimas caían del cielo negro. El departamento quedó vacío, lleno de sangre en el piso y vidrio por todos lados. El vino escurría por la pared, dando el fin a la primera pelea entre Nowaki y Misaki.