domingo, 27 de marzo de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 1: "Necesito ayuda, ¡ahora!".

  No puedo recordar como era el sentir la brisa chocar en mi cara... Así es, recientemente me he dedicado a estudiar como maniático ya que falta poco para que termine mis estudios y, porque mi sueño es poder graduarme como profesor de Filosofía en la Universidad de Tassei. Me he sacrificado mucho para lograr aprender aunque sea una pequeña fracción de lo que estudio pero, todo parece ser bastante inútil, ya que mi cerebro parece ser sólo un pedazo de masa sin nada en su interior.
  Mi hermana, Karoraina, acaba de irse a EE.UU. para estudiar la carrera de Enfermera, su vocación desde que tengo memoria. Siempre que me caía y me raspaba la rodilla, ella llegaba y me atendía tal como una enfermera profesional lo haría. Karoraina es mayor que yo, ella tiene 29 y yo tengo 23. Por cierto, me llamo Arekusandā Mitsou y en una semana, recibiré mi diploma de profesor de Filosofía... si es que lo logro.

–Y entonces, ¿saben o no saben la respuesta? –preguntó un señor bajo, un poco gordo y con ojos grandes, –no puedo creerlo, ¿¡han llegado a el último año de Filosofía y no saben la respuesta!? –gritó enojado el profesor – esto es inaceptable –dijo dejándose caer en su silla, continuado por el timbre que indica el final de la jornada.
–Vaya, ¡creí que nos comería vivos! –dijo un chico de cabello largo vestido de rojo –¿no lo crees? ¿Areku? ¡AREKU! –gritó sacudiéndome con fuerza –¡¿qué rayos pasa contigo?!
–No pasa nada, Igunashio-Senpai –respondí sin mayor reacción ante tal sacudida –es sólo que... estoy un poco cansado por tanto estudiar, eso es todo –dije tratando de enganchar mi mochila en mi brazo.
–No es necesario que me lo digas, se nota que te desvelaste más de una noche –dijo en todo preocupado Igunashio mirándome las ojeras –incluso tienes ojeras, Areku.
–En serio, estoy bien –respondí serio intentando colocar el estúpido bolso en mi hombro.
–Como digas –dijo desconfiando –oye, la mochila no se pone así –dijo riendo –se coloca así –y me la colocó de la manera correcta –de seguro es sólo distracción, nada de falta de sueño... –insinuó mirándome.
–Oh, demonios –dije enojado –¿puedes dejar de sermonearme? No eres mi madre –aclaré caminando hacia mi departamento.
–Por supuesto que no soy tu madre –respondió siguiéndome –pero, Arekusandā –dijo tomando mi brazo con intención de detenerme –soy tu amigo, y me preocupo por ti –dijo contemplando mi cansada expresión.
–Gracias por preocuparte, Igunashio pero, en verdad, esto es demasiado importante para mí –contesté mirándolo –mis calificaciones no son las mejores, y si no logro un aumento, quizá no me gradúe la próxima semana como profesor de Filosofía, y no quiero estar sentado en el público, contemplando como reciben sus diplomas mientras yo deberé estudiar otros 6 años más para lograr el diploma, no quiero hacerlo.
–Te entiendo, Senpai –respondió colocando su mano en mi espalda –todo saldrá bien, pero, por favor, al menos comparte conmigo algo de cafeína a la mañana, ¿de acuerdo? –dijo sonriendo.
–Por supuesto que sí –respondí sonriéndole –vamos, te invito a comer algo de pizza, ¿quieres? –pregunté un poco más animado.
–¡Vamos! –contestó mientras caminábamos hacia la pizzeria.
–Quiero una pizza de la casa –dije entregando el dinero a la cajera.
–Muy bien, espere mientras le entregamos su orden, caballero –dijo caminando hacia la cocina.
–Gracias –respondí dirigiéndome hacia la mesa.
–Hace calor –comentó Igunashio sacándose la chaqueta.
–¿Estás loco? Yo estoy muerto de frío –dije frotando mis manos en mis brazos –hoy amaneció muy frío también.
–¿En serio? –dijo mirándome de forma no sorprendida –es normal que sientas frío, el desvelarse de manera frecuente hace que tu cuerpo cambie de temperatura por no haber recobrando la energía con el sueño.
–¿Y tú cómo sabes tanto sobre eso? –pregunté curioso.
–Mi padre es doctor, una vez me desvelé y él me explicó por qué sentía frío cuando la temperatura del día era casi de 30°C.
–No sabía que tu padre era doctor –dije sorprendido.
–¿No lo sabías? –preguntó estupefacto –¡siempre te lo- espera, sé también por qué no lo recuerdas –dijo serio –el desvelarse a un nivel alto, causa confusión.
–Basta de eso –contesté harto de escuchar la palabra "desvelarse" –mira, ahí viene la pizza.
–Buen provecho –dijo el mesero colocando la pizza en el centro de la mesa.
–Gracias –contestamos al mismo tiempo.
–¿Y qué me cuentas de tus padres? Hace mucho que no sé de ellos –preguntó mordiendo su trozo de pizza.
–Después de que reciba el diploma, planean irse por un tiempo a Brasil.
–¿A Brasil? –preguntó Igunashio –¡qué bien! Me gusta mucho ese país.
–Sí –respondí tomando otro pedazo –no sé por qué se quieren ir al otro lado del mundo pero bueno.
–Seguro volverán pronto –dijo vertiendo algo de aceite a su pizza.
–Eso espero.


  Demoramos un poco en comer la pizza, pero ya terminando de comerla, nos levantamos e Igunashio se fue a su casa, y yo, a mi departamento solitario. Mi departamento es bastante deprimente según dicen quienes lo visitan pero, para mí está bien tal como está. Abro la llave, entro al baño para ducharme y luego de cepillarme los dientes, hago la tarea y estudio hasta las 6 de la mañana. Antes sólo hacia mi tarea y me iba a dormir pero, como estoy a punto salir de la universidad para buscar empleo como profesor, debo dar lo mejor de mi para poder ser alguien en esta miserable vida.


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