domingo, 5 de febrero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 22 1/2: "Quiero que ésto sea una pesadilla".

–Luce pálido –murmuraba Hikaru Okimasa, sentado a un lado de la camilla–. Creo que fue un error total decirle la verdad.
–¿Qué diablos sabes tú de ésto? –preguntó Nori, quien estaba furioso– ¿Te das cuenta de lo que has causado?
–Cállate. Tú sabes nada sobre lo que hablamos Misaki y yo –respondió alzando la voz–. Y que te quede bien claro: esto no lo provoqué yo. Misaki se alteró demasiado. Mi intención fue dejar todo claro, sin misterios y mentiras. ¿Entendiste?
–No. No te entiendo –respondió Nori.
–¿Eres idiota o qué? –dijo Hikaru, pensando en golpearlo.
–¿Me parezco a ti? –preguntó con voz burlona.
–En verdad eres de lo peor –dijo Hikaru levantando el puño.
  Entonces entra el doctor. Justo a tiempo de evitar la pelea.
–¿Alguien aquí es familiar del joven? –preguntó el doctor, sosteniendo el historial médico de Misaki en la mano izquierda.
–¡Yo! –exclamaron al unísono.
  Ambos se miraron a los ojos con desprecio.
–¡Yo soy su familiar! Soy su mejor amigo. Somos como hermanos –dijo Nori.
–No. Yo soy su familiar. Somos cuñados –dijo Hikaru mirando al doctor.
–¡¡¡¿QUÉ?!!! –exclamó Nori– ¡NO MIENTAS!
–Perfecto. Acompáñeme, por favor –ordenó el médico–. Y usted, señor Ugaki, espere aquí –dijo retirándose junto a Hikaru.
–¿¡Cómo pudo creerle más a él que a mí!? –decía Nori enojado.

  Hikaru fue conducido hacia la oficina del doctor. Ambos se quedaron un buen rato hablando allá adentro.

–¿Todavía no te has ido? –preguntó Hikaru entrando al cuarto.
–¿Qué te importa? Es mi amigo. Obviamente lo cuidaré –contestó Nori sin mirarlo a los ojos–. ¿Qué dijo el doctor?
–¿Qué te importa? Me lo dijo a mí. Obviamente seré discreto –respondió.
  Nori deseó golpearlo en ese instante. Hikaru le había pagado con la misma moneda.
–Demonios... Escucha. Tengo derecho a saber qué te dijo.
–Sí, lo sé.
–¿Entonces? Dímelo.
–Si tienes tanta curiosidad pregúntaselo a él –respondió acercándose a Nori.
–Oye, estoy tratando de ser amable contigo –contestó enojándose.
–¿En serio? No lo había notado.
–¡Dímelo ya!
–Está bien, llorón. El doctor dijo que había sufrido una contusión leve en la cabeza. Es probable que mañana en la tarde le den de alta.
  Nori suspiró. Se sentía aliviado con las noticias del doctor.
–Qué bueno –comentó Nori–. A pesar de eso, hay una cosa que no puedo sacarme de la cabeza. No entiendo de dónde viene esa estúpida invención tuya de que Misaki es tu cuñado. ¿Qué diablos pasa contigo?
–¿Es mentira? –preguntó Hikaru.
–¡Claro que lo es! Mucho más ahora. Nowaki y Misaki-chan ya no son nada.
–¿Y quién eres tú para decir éso?
–¡Pues alguien con un rol mucho más influyente en la vida de Misaki que tú! –respondió con autoridad.
–Já. No me asustes.
–Ya lo verás. Misaki no querrá saber nada de él cuando despierte –aseguró Nori.

  Poco a poco empecé a despertar. Miraba a mi alrededor preguntándome dónde estaba y qué hacía ahí. No quería pensar nada. Ni siquiera quería enterarme de qué día era. Todo lo que pasó fue... fue demasiado para mí. Me atormenta todo el tiempo.
–¡MISAKI! –exclamó Nori, sonriendo– ¡¿Estás bien?!
–¿Nori...? –pregunté confundido.
–Vaya, chico. Nos diste un gran susto a todos –dijo Hikaru desde el otro lado de la camilla, mirándome fijamente.
–Yo... lo siento –respondí bajando la cabeza.
–No, no lo sientas, amigo –dijo Nori-Sempai–. El culpable de todo esto es Nowaki y su estúpido primo.
–¡Eh! Modera tu vocabulario, idiota –exclamó Hikaru-san–. Misaki –dijo volteando su rostro hacia mí–, estoy seguro de que esto tiene una solución.
  Lo miré sin responder nada.
–¿Verdad? –insistía Hikaru-san.
  Permanecí callado. No podía dar respuestas. No sabía qué decir. Simplemente quería olvidar todo.
–Oye, Hikaru, creo que preguntarle algo así es muy inadecuado. ¡No ha pasado ni un día desde la pelea con Nowaki! No seas tonto –dijo Nori-kun–. No te preocupes, Sempai, tú descansa. Ya nos ocuparemos del resto.
–Sí. Gracias, Sempai –respondí desanimado.
–¿Qué pasa, Misaki? –preguntó Hikaru-san mirándome.
–Nada... –respondí, secándome una lágrima que escurría por mi mejilla izquierda.
–¿Estás llorando? –preguntó Nori-kun– No llores, Misaki. ¡No tienes la culpa de ésto!
–¿Que no la tengo? ¡Demonios! ¡Claro que la tengo! –exclamé enojado– Actué demasiado violento. No debí hacerlo. Lastimé a Nowaki. Me lastimé a mí mismo... Aunque Nowaki fue quien hizo que yo lo hiciera. ¿Por qué me engañó? ¿Por qué, Sempai, por qué?
–Ya habrá tiempo de conversar sobre el tema, Misaki –dijo Hikaru, tomando mi mano–. Ahora descansa, por favor.
–Sí –contesté–. Quiero dormir. Por favor, déjenme solo.
–Claro, Misaki-chan. Nos iremos –respondió Nori, girando la cabeza hacia Hikaru–. Vámonos.
–De acuerdo. ¿Seguro que estarás bien? –preguntó Hikaru, sonriendo levemente.
–Sí... Muchas gracias, Hikaru-sama –contesté.
–De nada, pequeño. Cuídate.
–Nos vemos mañana, Sempai. ¡Descansa! –exclamó Nori abriendo la puerta.
–Gracias. Adiós –respondí mientras salían del cuarto.
  Me quedé solo, por fin. El silencio me hizo recordar todo lo que pasó. La soledad me hizo sentir todo lo que sentí en ese momento. Sin poder hacer nada al respecto, comencé a llorar desconsoladamente. Tenía ganas de morirme. Era demasiado el dolor que sentía. Quería escuchar la voz de Nowaki diciéndome que era momento de despertar, y así darme cuenta de que sólo había sido una horrible pesadilla...

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