miércoles, 15 de febrero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 23: "¡Corre, si no el avión nos dejará!".

  Estoy realmente cansado. Obviamente no pude dormir. Chiharu me despertó a las seis de la mañana. Quería que me vistiera, quería que recogiera mis maletas, y también quería que comiera bien. ¡Qué estresante! En cambio para él todo estaba bajo control: tenía sus maletas listas, se había vestido de una manera fresca, había preparado el desayuno y lo único que le preocupaba era prender su cigarro. Cómo odio su tranquilidad.


Arekusandā, ¿estás listo? –preguntó Chiharu mirando su reloj– Ruchia no tarda en venir por ti.
–¿Por mí? Chisa-san, pensé que nos iríamos juntos –dije confundido.
–Y lo haremos –contestó él–. Debo arreglar unos asuntos antes de partir. Nos veremos en el aeropuerto –dijo mirándome–. No debes preocuparte, Ruchia estará contigo hasta que llegue.
–¿Ella irá con nosotros? –pregunté curioso.
No exactamente. Ella debe viajar a Corea también, pero estará a 500 kilómetros de nosotros.
–¿A qué va ella? 
–No sé –respondió Chisa-san–, ni intentes averiguarlo. Cuando se trata de sus asuntos es una tumba. No responderá ninguna de tus preguntas –dijo abriendo la puerta de la entrada–. No pierdas tu tiempo –agregó saliendo de la casa.
  Supongo que Chiharu tiene razón. Además, de todas formas él la conoce más que yo. Sabe con quién está tratando. Por lo menos Ruchia-san estará acompañándome mientras Chisa-san llega. Podría venir Hiro-san para raptarme y descuartizarme y luego llamar a Chisa-san para decirle que pague el rescate y así le entregaría una bolsa con mis restos adentro. ¡AAAAHHHH! ¡Maldita imaginación mía!

~


–¡Arekusandā-kun! –exclamó una voz aguda– ¡Vámonos!
  Me asomé a la ventana y vi a Ruchia-san en una camioneta con varias maletas en la parte trasera.
–¡Sí! –dije con una sonrisa– Enseguida salgo –agregué, entretanto agarraba mi equipaje y me ponía una bufanda.
  Cerré con doble seguro la puerta de la entrada. Sólo lo hice por prevención. ¿Qué pasaría si cuando llegáramos nos encontramos a Hiro-san adentro? También podrían robarnos y dejar la casa de Chisa-san vacía. Es... sentido común. 
  Entré al carro. Y con un suspiro, me despedí temporalmente de ésa casa.
–Arekusandā-kun –dijo Ruchia–, ¿cómo has estado?
–Bien –contesté con una sonrisa–, gracias. ¿Ansiosa por el viaje?
–¡Claro que no! –respondió riendo– He ido muchas veces a Corea. De hecho, he viajado mucho. Tanto así que se ha vuelto una tarea aburrida para mí –comentó.
  Vaya. Chisa-san y ella deben de haber recorrido el mundo entero... Esperen un momento. He dicho "Ruchia-san y Chisa-san"... ¿juntos? Han ido a tantos lugares... ¿juntos? 
–Ehm, Ruchia-san... –dije mirándola con curiosidad– Ustedes dos, ¿han viajado juntos todo el tiempo?
–Sí, Areku-chan –contestó ella–. ¿Por qué lo preguntas? –preguntó con una sonrisa.
Sólo era curiosidad –mentí con un pequeño gesto despreocupado.
  Ruchia es muy bonita. Chisa-san es un hombre extremadamente atractivo que vuelve locas a las mujeres. ¿Sería posible que haya existido algo entre ellos? Es una pregunta que recientemente me ha incomodado un poco, pero no estoy dispuesto a aclararla ya que no tengo las agallas para preguntárselo a Ruchia o Chisa-san.


~


–Escúcheme muy bien. Necesito que pongan extrema vigilancia. No quiero que ese tipo vaya a intentar hacerle algo a Arekusandā mientras estemos de viaje. ¿Entiende? –decía Chisa-san mientras miraba fijamente a los ojos de un señor alto, aparentemente de unos cincuenta años– Tengo fuertes sospechas de que está tramando algo.
–Supongo que usted está al tanto de cuánto dinero pedimos, ¿verdad? –preguntó el señor mirando a Chisa-san.
–El dinero no me importa – respondió Chiharu con expresión seria–. Lo único que me importa es que hagan bien su trabajo. 
–¿Lo matamos? –preguntó el señor.
–No es necesario –respondió Chisa-san tenso–. Sólo quiero que lo mantengan lejos. 
–No se preocupe –dijo entonces el hombre–. Su viaje será tranquilo. Sin embargo, considere que esto sólo funcionará en territorio coreano. Cuando usted vuelva a territorio japonés, nuestra guardia dejará de funcionar.
–Sí, sí, sí. Lo entiendo perfectamente –respondió Chisa-san.
–De acuerdo. Nuestros servicios estarán atentos a su llegada. Gracias por confiar en nosotros  dijo mientras ambos estrechaban manos.
  Chisa-san salió del edificio con un rostro que emanaba satisfacción. Entró a su auto y se dirigió al aeropuerto mientras fumaba.


~

–¡Ahí viene, Arekusandā-kun! –exclamó Ruchia entretanto señalaba a Chisa-san de entre la gente que entraba y salía del aeropuerto.
–¡Chisa-san! –dije sonriente. Su presencia me calmó bastante, puesto que estaba muy preocupado por saber si alcanzaríamos el vuelo. Agotado estaba de esperarlo.
¡Chisa-san, falta media hora para que el avión despegue! –exclamó mirándonos a Chiharu y a mí.
¿Media hora? –reiteró Chisa-san preocupado– ¡Demonios! Vámonos ya, si no nos retrasaremos aún más.

  Luego de entregar nuestro equipaje, tuvimos que pasar por un control de seguridad. Después de hacerlo, Chisa-san, Ruchia-san y yo, corrimos hacia la puerta número 69 para abordar el avión. Realmente corrimos bastante. ¡Me sentía como en una maratón! Cinco minutos después de haber subido, el avión despega. Fue un milagro que hayamos llegado a tiempo.
–¡Increíble! ¡Llegamos justo a tiempo! –exclamaba Ruchia-san desde su asiento, cuyo lugar era frente al de Chisa-san. Creo que la idea no le agradaba mucho.
–¿Estás bien, Arekusandā–preguntó Chiharu mientras tomaba mi mano. Debo admitir que éso provocó que me sonrojara.
–Sí –contesté apenado–. Chisa-san... no es necesario que tomes mi mano aquí –dije preocupado por que alguien nos viera. ¡Si se llegan a enterar de nuestra relación se armará un horrible escándalo!
–¿Por qué no? –preguntó él con voz tranquila– Si estás preocupado por las personas, no hay necesidad de que lo estés. Estamos en la parte privilegiada del avión. Aquí nadie nos molestará. De hecho, si es necesario podemos poner una cortina alrededor de nosotros, así nadie nos mirará.
–¡¿EEEEHHH?! ¡Yo no haré nada aquí arriba! –exclamé preocupado– ¡Nos descubrirán!
–Tranquilo, tonto –respondió acariciando mi mano–. No pasará nada. De todos modos considero que el sexo sabe mejor con los pies en la tierra –agregó con una risa suave.
–¡Pervertido! –dije en voz baja con la cara roja.
¡Ahhh! ¡Mira qué lindo! ¡Arekusandā-kun ha hecho que Chiharu-san sonría! –exclamó Ruchia mirándonos con cara de fujoshi– ¡Esto sí que es un hecho histórico! ¡Tomaré una foto para el recuerdo! –dijo ella sacando una cámara– ¡Sonríaaaaaaaaan!
  No tuve tiempo si quiera de pestañear. Cuando pude reaccionar, Ruchia-san ya había tomado la foto. Chisa-san había cambiado su expresión a una de intenso odio. Podría jurar que sus ojos se habían vuelto rojos. Creo que tomar la foto fue una pésima idea...

No hay comentarios:

Publicar un comentario