domingo, 26 de febrero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 26 1/2: "Alguien me está mirando".

  Son las diez de la mañana, y por fin estamos en Corea. Estoy emocionado. Quiero visitar todos los lugares posibles junto a Chisa-san. No obstante, imagino que ésta no debe ser su primera vez en Seúl, así que de seguro seré una molestia.


  Cuando entramos a las tiendas del aeropuerto, encontré un sin fin de cosas referentes a los lugares turísticos. Chisa-san me compró una revista donde aparecen cada uno de los lugares con sus respectivas ubicaciones y formas de llegar.
–¡Mira, Chisa-san! –exclamé señalando una foto de la Mt. Namsan– ¡Increíble! Me gustaría visitarla. ¿No es hermosa? –comenté entusiasmado.
–No te emociones tanto, Arekusandā –dijo mirando la foto–. Primero observa bien cada página. Cuando tengas una lista de los lugares que más te gustaron, me lo entregas –dijo mirándome–. Yo me encargaré del resto.
  ¿Me llevará a visitarlos? ¡Qué bien! Pero... éso no es correcto. Chiharu vino por asuntos de trabajo. Y lo que menos necesita son distracciones.
–Oye... Chisa-san –dije.
–¿Qué? –dijo entretanto respondía una ficha.
–No creo que sea buena idea que yo quiera visitar lugares turísticos mientras que tú viniste por otras razones –dije cabizbajo, pensativo–. Además, tú quieres pagarlo todo, pero no quiero que gastes más dinero en tontos caprichos míos.
  Chiharu dio un largo suspiro mientras fruncía el ceño. Eso significa que está enojado.
–Arekusandā –dijo tomando mi barbilla con su cálida mano derecha–, ya te lo he dicho antes, y te lo diré las veces que sean necesarias: yo pagaría lo que fuera por ti. Entiéndelo de una vez –decía acercando su rostro lentamente–. No seas terco, y déjame hacerte feliz.
Mis ojos destellaban alegría al oírlo decir ésas palabras. Quería gritarle al mundo que amaba a Chiharu. Todavía me parece increíble todo esto. Él es tan surreal... ésto que estoy viviendo es tan surreal...
  No importa lo que pase, seguiré pensando que él no debería de gastar tanto en mí. Bueno, supongo que nunca entenderé la vida de un excéntrico pintor adinerado.

–¡CHIHARU! –se oyó exclamar a Ruchia, aparentemente desesperada.
–¡Qué ruidosa! –respondió Chisa-san con mirada de odio– ¿Por qué mejor no te compras un megáfono si lo que quieres es que tu molesta voz se escuche en todo el continente?
–¡Te necesitan urgente! –dijo con su celular en mano– Deben revisar unas ventas de tu última obra. ¡Por favor, no seas tonto y ve luego!
–¡Pero si acabo de llegar! –respondió enojado– Demonios, veo que ni siquiera podré descansar un poco de todo esto.  
–Areku-chan –dijo Ruchia-sama acercándose a mí–. Tú vienes conmigo –dijo con una sonrisa poco confiable.
–¿A dónde te lo llevarás? –interceptó Chiharu, tenso.
–¡Ay! No hay de qué preocuparse, Señor Enojón –respondió ella mirándolo despreocupada–. Lo llevaré al hotel para que deje su equipaje, y luego vamos a pasear por los alrededores. ¡Nos la pasaremos muy bien! ¿Verdad que sí, Areku-chan? –aseguró mirándome sonriente.
–Eh... sí –respondí aturdido, mirando a Chisa-san quien tenía una expresión desconcertada.
–Oye, te lo advierto, Ruchia, ten mucho cuidado con él –dijo mirándola fijamente–. Ya sabes que...
–¡Claro, Chiharu-san! –interrumpió ella haciendo gestos de despreocupación– ¡Ya vete! Me regañarán si sigues incumpliendo como siempre lo haces.
–Arekusandā –dijo Chiharu tocando mi cabeza con cariño–, por favor, cuídate –dijo sonando preocupado.
–Sí... lo haré –respondí mirándolo.
  Chisa-san se alejó a paso lento. Se notaba que no quería ir a ésa reunión. Sólo espero que le vaya bien.
  Ruchia-sama y yo nos fuimos en la van privada de Chiharu al hotel. Me preguntaba cómo es que había en Corea una van de Chisa-san. ¿Él vive aquí?
–Ruchia... –dije pensativo– ¿De dónde ha salido esta van? –pregunté realmente confundido.
–Chiharu-san y yo hemos venido muchas veces –respondió, mirándome con la típica sonrisa que la ha caracterizado desde siempre–. Como nos movemos de un lado a otro, decidimos contratar una van privada para ésos casos. Por eso es que apenas él llega a Japón, el chofer llega listo para llevarnos a cualquier parte.
–Ya veo... –dije sorprendido.
  Realmente Chisa-san tiene buena vida.


  Entramos al cuarto del hotel para dejar nuestro equipaje. No obstante, no era un hotel cualquiera. Era un hotel cinco estrellas. Claro. No creo que a Chiharu le guste pasar las noches en un hotel barato, sucio y descuidado. La habitación que Chisa-san escogió era bastante amplia. Tenía una vista privilegiada. En el baño había un jacuzzi, mientras que a un lado del lavabo estaba instalada una pequeña fuente que se prendía de color azul y verde magenta. El piso estaba alfombrado de un azul grisáceo. El cuarto era de un color blanco impecable. En las paredes se podían ver flores de Mugunghwa pintadas de color negro. Tengo entendido que es la flor nacional de Corea del Sur. En general todo era muy, muy bonito y elegante.
–Areku-chan –dijo Ruchia-sama–, ¿vamos? ¡La van nos espera! –dijo sonriente con una cámara fotográfica colgando del cuello y dos sombreros veraniegos en una bolsa– Me he tomado la molestia de comprarte un sombrero para que te cubras la cabeza del sol –dijo dándome uno.
–¡Gracias! –respondí agradecido. entretanto me lo ponía.
–Y... –dijo sacándose la cámara del cuello– te quiero prestar mi cámara para que tomes foto a lo que tú quieras –dijo entregándomela.
–Vaya... ¡muchas gracias! –dije sonriendo.
–Bueno, vámonos ya –reiteró ella abriendo la puerta de la habitación.
  Salimos del hotel y subimos a la van. Ruchia-sama le pidió al chofer que nos llevara a una feria. 
  ¡Qué emoción! No puedo esperar a llegar.

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