lunes, 30 de enero de 2012

Ai no tetsugaku - Capítulo 21 2/2: "Mi novio es tu ídolo".

–Ya llegamos –dije suspirando, entretanto apagaba el coche.
–Es muy bonita su casa, Areku-chan –comentó Igunashio–. Apuesto a que ha de valer mucho.
–No lo sé, Sempai –respondí sacando las llaves–. Venga, entremos ya.
  Nos bajamos del coche rápidamente. En verdad estaba muy apenado. No sé qué le voy a ofrecer de aperitivo. Rayos. ¡Ni siquiera un aperitivo! Lo más probable es que quiera comer algo más consistente. Tendré que pedir comida china.
 Abrí la puerta y entramos. Igunashio no dejaba de mirar a todas partes, impresionado y emocionado. Supongo que conocer la casa de tu ídolo es lo mejor que puede pasarte.
–Chiharu, ya llegamos –exclamé, cerrando la puerta.
  Hubo un silencio. 
–Huele muy bien... –comentó Sempai–. ¿Dejaste algo en la cocina?
–Pues, en realidad no –dije, extrañado por el olor a comida que había.
  De repente, escuché un sonido en la cocina. En seguida, Chiharu apareció con un delantal puesto.
–Chiharu... –dije confundido– ¿Qué haces?
–Cocino algo, por supuesto –respondió con voz pasiva–. ¿O acaso creías que dejaría a nuestro invitado sin comer?
–Está cocinando para mí... –murmuró Igunashio, mientras miraba anonadado a Chisa-kun.
–Oh, lamento no haberme presentado –dijo Chiharu acercándose hacia Sempai–. Soy Chiharu Takemura –dijo haciendo una leve reverencia.
–S-soy Igunashio Burakku, es un honor conocerlo –respondió, haciendo una amplia reverencia.
Por favor, pasen a la mesa –dijo Chisa-kun con el típico tono de voz que me enloquece–. Traeré la comida.
  Transcurrieron alrededor de diez segundos, en los que Igunashio y yo nos miramos sorprendidos. Entonces llegó Chiharu con dos platos grandes en cada mano. El olor que emergía de aquella comida era delicioso. No sé cómo rayos pudo preparar tanto en tan poco tiempo.
–He preparado Tempura y Buta-Jiru –dijo poniendo los platos en la mesa–. Sírvanse a gusto.
–¡Wow! –exclamó Sempai–. ¿Sabes cocinar? Es increíble todas las cosas que puedes hacer.
 Chisa-kun se limitó a responder con una leve sonrisa. En verdad Igunashio tiene razón. Chiharu sabe hacer tantas cosas... Es todo un multiuso.
–¿Vino? –ofreció Chisa-kun.
–¡Sí! Por favor –respondió Igunashio.
–¿Arekusandā–dijo mirándome con una sonrisa, entretanto le servía vino a Sempai.
–No, gracias... –respondí aún sorprendido.
  Chisa-kun se retiró con el vino. Tiempo después, se quitó el delantal y volvió a la mesa. Esta vez para servirse y sentarse con nosotros. Ahora estoy nervioso.
–Entonces ustedes dos son buenos amigos, ¿cierto? –preguntó Chiharu mientras comía un poco de Buta-Jiru.
–Claro –contestó Igunashio–. Nos conocemos desde niños. ¿Verdad, Areku-chan?
–Sí, es cierto –contesté, bebiendo agua.
–Oh, ¿en serio? –dijo Chisa-kun.
–¡Sí! Incluso estudiamos lo mismo –respondió Sempai sonriendo, entretanto cortaba un pedazo de carne de cerdo.
–Qué interesante. Me alegra saber que Areku tiene un buen amigo –dijo Chiharu mirándolo con una sonrisa.
Por supuesto, Chiharu-san –dijo Igunashio-Sempai–. Así también me alegra saber que Arekusandā ha encontrado el amor en ti –dijo, entretanto se llevaba un pedazo de carne a la boca.
  Una vez más, un silencio espectral se adueñó del ambiente.
–¿Lo... sabes? –preguntó Chiharu, tenso.
–Sí –contestó Igunashio, sonriendo–. No hay problema. Yo lo sé todo.
–Así es, Chisa-kun –dije. 
  Creo que Chiharu se sintió incómodo.
–De acuerdo –respondió él sin más–. Supongo que ha sido perturbante para ti.
–No, para nada –contestó Sempai con la voz tranquila.
–¿De verdad? –pregunté asombrado.
–Sí. ¿Por qué lo preguntas, Areku-chan?
–Bueno, es que, no creí que te lo fueras a tomar así, a la ligera.
¿Quién crees que soy? No tengo ningún problema mientras a ti no te cause daño.
–¡Qué bien! Me alegro mucho de verdad –dije sonriendo.
–¡Claro! Por algo soy tu mejor amigo –respondió bebiendo un sorbo de vino–. Por cierto, Chiharu-san, ¿podría hablarme de sus obras? Es decir, realmente soy un gran fan de ellas y pues, quisiera saber en qué se inspiraba o en qué pensaba al momento de hacerlas –preguntó de forma un poco apenada.
–Créeme, es muy fan tuyo –recalqué riendo.
  Chiharu sonrió. Luego de eso, comenzó una larga charla entre Sempai y Chisa-kun. Hablaron de todo. Igunashio se moría al escuchar detalles exclusivos de sus obras favoritas. Chiharu a cada rato se reía de las ocurrencias de Igunashio-Sempai. Y yo, disfrutaba al mirarlos. Nunca creí que resultaría así. Estoy feliz.
  Nos la pasamos muy bien hasta la noche. Igunashio debía avisar a la confitería que se había retirado, ya que vino conmigo sin decir nada. Sí, es bastante estúpido lo que hizo. Así que se fue muy nervioso. Espero que lo perdonen. Entretanto yo y Chiharu recogimos la mesa, limpiamos todo, y dejamos impecable cada rincón de la cocina.
  Estaba muy cansado. Tuve un día bastante agitado y estresante. Menos mal que mañana es el viaje.
–Areku, mañana en la mañana nos iremos al aeropuerto –dijo Chiharu, saliendo del baño. Se había dado una ducha con agua fría. No entiendo el por qué...
–Sí, lo sé. Créeme que estoy muy ansioso por ir –respondí con una sonrisa–. Oye, de verdad me sorprendiste hoy.
–¿Hoy? Todos los días te sorprendo con algo –dijo, dejando salir su gran ego.
–Sí, es verdad, Señor Presumido –contesté riendo–. Pero, me refiero a que jamás pensé que cocinaras tan delicioso. Fue de gran ayuda, porque no había nada de comida para ofrecerle a mi amigo. Y pues, tú me salvaste. Gracias.
No es problema para mí, y lo sabes. Lo hice por ti, y si lo hago por ti, todo vale la pena –respondió, secándose su musculoso torso.
  Me sonrojé con lo que dijo. Siempre lo hago. Cómo me odio por eso. Soy demasiado tímido.
–Chisa-san, tengo una pregunta curiosa que hacerte.
–¿Qué es? –preguntó, esta vez secándose el pelo con una toalla azul grisáceo que tenía su nombre grabado.
–¿Por qué te bañaste con agua fría? 
–Ya sabrás por qué... –dijo con una sexy sonrisa.
  
  Chiharu bajó las escaleras de forma misteriosa. Me preguntaba qué sucedía. Poco tiempo después, regresó, como si nada. A diferencia de que traía una bolsa en la mano derecha.
–Eh, Areku, ¿podrías traerme una rosa que dejé haya abajo? Quiero... ponerla en un vaso con agua, aquí en la habitación. Se vería bonita... Serviría como decoración –dijo pensativo. Esta vez su voz se oía rara. Como si estuviera meditando cada palabra.
–Sí... claro –respondí extrañado–. ¿En qué parte está?
–Eh, a decir verdad, no lo sé –contestó sonriendo levemente–. Pero aquí te espero. Ve tranquilo.
  Algo le pasaba. Pero, no sabía qué era.
Okay... –contesté. Bajé las escaleras y comencé la búsqueda de la rosa. La busqué por un largo rato. No la encontraba por ninguna parte. Decidí mirar afuera, y la vi, tirada a un lado de la maceta de Girasoles que tanto me gustaba. Suspiré aliviado. Por fin la había encontrado. Apagué las luces, puse seguro a la puerta y subí con la rosa en mano.
Ya la encontré –dije abriendo la puerta.
  En cuando entré, un olor a lavada invadió mis pulmones. La habitación estaba decorada con velas aromáticas. El piso estaba cubierto por flores de Sakura. Era una escena irresistiblemente romántica, y a la vez mágica. Al ver la habitación en ese estado, la rosa que traía en mi mano, cayó repentinamente. Me impresioné mucho.
–¿Qué...? –dije sorprendido.
–Me preguntaste por qué razón me duché con agua fría... –dijo su voz, entretanto sus brazos me abrazaban por detrás– La razón era porque quería sentir frío, para luego, calentarme contigo –dijo con voz penetrante.
 Sus manos comenzaron a acariciarme. Mi cuerpo comenzó a sudar. Sus labios besaban mi cuello. Y mi cuerpo, pedía más. Chiharu me excitaba, y mucho. Poco a poco nos desvestimos. Chiharu me tiró en la cama, y él se puso arriba mío. Su lengua lamía mi pecho. Sus manos jugaban con mi cabello. Entretanto, yo lo acariciaba con dulzura.
–Hazme el amor... –susurré.
–Tus deseos son órdenes –contestó.
  Besó mis labios con erotismo. Y lentamente, introdujo su miembro en mí. Me penetró con frenesí. Yo gemía de placer sin parar. Los dos nos volvimos unos locos enamorados. Toda la noche estuvimos juntos. Fue una de las mejores noches que he pasado con él.
–Te amo –decía constantemente.
Yo también te amo, Arekusandā –respondió besándome.
  Nos cuerpos se unían derrochando profundo placer el uno por el otro. Me sentía en las nubes. No había mejor sensación para mí que ser el esclavo sexual de Chiharu toda una noche. 
  Luego de haber gemido por varias horas, lo único que deseaba era ser abrazado por él.
–Me has regalado la mejor noche de mi vida –dijo Chisa-kun.
–Tu me das con sólo existir –respondí abrazándolo–. Abrázame, por favor.
  Chiharu sonrió con ternura y me abrazó con sus cálidos brazos. 
–Buenas noches, mi amor –dijo, besando mi cabeza.
–Buenas noches –respondí en voz baja.
  Nos quedamos dormidos de esa forma. Lo único que escuchaba eran sus latidos, latidos que se convirtieron en una dulce melodía para mi ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario