sábado, 11 de febrero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 22 2/2: "Quiero que ésto sea una pesadilla".

  Son las siete de la tarde. En unos minutos más me darán de alta. Hikaru-sama quiere llevarme con Nowaki, pero yo no lo quiero ver. No sé cómo reaccionar. Simplemente estoy muy avergonzado y enojado al mismo tiempo. 
  Me han comentado que está bastante herido. Según Hikaru-sama, Nowaki tiene unos quince puntos a lo largo de todo el cuerpo. No puedo creer cómo es que llegó a  estar tan herido. Es decir, lo golpeé bastante. Pero no le lancé cuchillos ni nada de eso. Sólo una botella de vino y unas copas de vidrio... Rayos, ¿a quién quiero engañar? Por más que intento limpiarme de toda culpa es inútil. Los dos tuvimos la culpa de llegar a este punto tan trágico. Maldita sea...

–Misaki-chan, ¿estás listo? Ya nos podemos ir –dijo Nori-Sempai entrando al cuarto.
Sí, Sempai. Estoy listo... –contesté poniéndome una mascarilla. El doctor ordenó que la usara por lo menos hasta llegar a casa. 
  Cuando llegué al departamento, una sensación de tristeza profunda vino a mí. Me sentía muy mal. Quería simplemente retroceder el tiempo. Sentía que mi vida estaba arruinada.
–Misaki-chan, ¿estás bien? –preguntó Nori mirándome.
–No –contesté con los ojos llorosos–. Dime, Sempai, ¿cómo es que llegamos a este punto?
–No lo sé, Misaki. No lo sé –respondió acercándose.
–¿Hikaru-sama vendrá? –pregunté sentándome en el sofá.
–No... me dijo que se arrepintió de querer llevarte a visitar a Nowaki a la cárcel.
–¡¿ESTÁ PRESO?!
–No. Está en prisión preventiva. Están investigando el hecho, y mientras no se aclare la historia, lo tendrán ahí.
–¿Por cuánto tiempo? –pregunté preocupado.
–Un mes, creo –respondió pensativo–. Estará bien, amigo.
–¡¿Un mes?! ¡Es mucho tiempo!
–Tranquilo. Todo estará bien –dijo Nori tocando mi espalda.
–¿TÚ QUÉ SABES? ¡NO QUIERO QUE ESTÉ AHÍ! –grité. Realmente no quería que eso sucediera.
–Escucha. Si quieres puedo hablarle a Hikaru y pedirle que contacte a Nowaki por teléfono.
–¿Puedes? –pregunté algo ansioso por saber de Nowaki-san.
–Lo intentaré –dijo sacando su celular del bolsillo.
  Nori-kun marcó al celular de Hikaru-sama. Hablaron brevemente. Nori permaneció un rato en la línea como si esperara algo. Entonces, cuando retomó la charla, me pasó su celular, y supe que quien estaba al otro lado no era Hikaru-sama, sino Nowaki.
–¿Aló? –dijo Nowaki. Su voz sonaba débil y cansada. Mis labios comenzaron a temblar, y enseguida me dieron ganas de llorar–. ¿Misaki? ¿Estás ahí? –reiteró. Esta vez su voz duplicó la sensación de fragilidad. No pude contenerme. Las lágrimas brotaron incesantemente de mis ojos– Misaki, por favor, contéstame –decía, a continuación dio un suspiro profundo–. Por favor, responde... No tienes idea de la noche que pasé. No dormí. Estuve llorando en la oscuridad de mi celda, pensando en ti. Quería salir de ahí e ir a ti para decirte que lo sentía, y no podía. No sabes cómo me sentía... Lleno de impotencia, sin poder decirte algo, sin saber cómo estabas. ¡No sabes cómo me maldije a mí mismo! Fui y soy un idiota. No debí de callar todo lo que Hikaru-san te contó. Fui un maldito cobarde que no se atrevió a decírtelo. No te lo quería decir por miedo a perderte, Misaki. Y ahora, te he perdido... Mi vida, realmente, es un mierda. Ya no sé si todavía tengo ganas de amanecer un día más con vida... Simplemente estar sin ti, es la muerte para mí. Te amo tanto, pero tanto. No tienes ni la más mínima idea de cómo late mi corazón al escuchar tu nombre. Al despertarme, pienso en ti, y al acostarme, pienso en ti. No sé si te has dado cuenta de eso o no, pero me tienes rendido a tus pies, Misaki. Tu eres quien proporciona oxígeno a mis pulmones. Y ahora mismo, me estás arrebatando el oxígeno necesario para vivir... Por favor, perdóname. ¡Te lo imploro! Quiero saber de ti, quiero estar contigo. Quiero besarte y abrazarte y poder volver a sentir el calor de nuestros cuerpos al estar juntos –dijo llorando–. Ahora... si no quieres saber más de mí, por favor, dímelo. Dímelo para darle fin a mi vida y así podré detener este sufrimiento que me está matando por dentro.
  Luego de todo eso que me dijo, caí arrodillado al suelo. Lloraba con tanto pesar. No quiera que estoy siguiera así. No quería perderlo. No quiera que él sufriera más. Tenía ganas de despertar. Todavía pensaba que era una pesadilla. Pero su voz me hizo darme cuenta de que esto era la vida real. Lo amo tanto. Lo amo al nivel de la idiotez máxima.  Su voz... hizo que me acordara de todos los momentos que pasamos juntos. Hizo que me acordara de su cálida piel, y de su suave cabello... Él es todo para mí. Todo...
–Por favor, no mueras... –dije sollozando–. No mueras, Nowaki...
–¡Misaki! –exclamó– Yo sólo quiero decirte que- 
 No soporté más y colgué la llamada. Corrí a mi habitación, saqué un abrigo y salí del departamento.
–¡Misaki-chan! –gritó Nori-Sempai– ¡¿A dónde vas?! –preguntó corriendo detrás mío.
–A perderme en mi dolor... –respondí entrando al ascensor.
–¡Misaki, no! –exclamó con intención de entrar al ascensor. Afortunadamente se cerró justo antes de que pudiera detenerme.
  El clima era bastante frío. Caminé alrededor de veinte minutos. Caminaba hacia la nada. No tenía un destino fijo. Simplemente quería perderme por ahí, para así morir solo y dejar todo lo malo atrás. Sin embargo, no quería morir. Si muero, Nori, Nowaki y toda mi familia sufriría demasiado. Y lo que menos quiero es hacer sufrir a mis seres queridos. No quería morir, pero quería perderme. Mis demonios del pasado se apoderarían de mi mente, llegaría a enloquecer, y como resultado, olvidaría todos los recuerdos que mi cerebro almacena en su interior.
  Caminé hasta llegar a una plaza solitaria. La plaza estaba rodeada de locales de florería. Me arrinconé al lado de un árbol de Sakura y lloré con todas mis fuerzas. Desde mi lugar podía ver parejas pasando de un lado a otro, tomados de la mano y dándose besos. Otros compraban flores para regalárselas a su pareja. Esas escenas eran tan hirientes como una espina venenosa. 
  La noche llegó rápidamente. Las calles se volvieron silenciosas y quietas. La plaza se puso realmente oscura, puesto que habían apagado los faroles que la alumbraban. Me puse el gorro del abrigo y seguí llorando hasta que el sueño me dominara. Creía que al despertar, lo haría en los brazos de Nowaki-san, y que todo mi mundo estaría igual de perfecto que antes...

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