lunes, 20 de febrero de 2012

Riko-tekina ai no tetsugaku - Capítulo 25 1/2: "No busques un culpable. Busca una solución".

–Muchacho... ¡muchacho!  –decía una voz– Caramba, ¿por qué vienen a drogarse aquí, bajo este hermoso árbol?
  Creo que nunca dormí tan incómodo como lo hice esa noche. Mis huesos me dolían. Mi piel estaba congelada. Hacía mucho frío. Y para culminar con broche de oro, un viejo desquiciado me gritaba.
–¿Eh...? ¿Qué pasa...? –pregunté sin noción de mi alrededor.
–Oye, niño, ¿por qué tienes que drogarte aquí? ¡Los árboles también tienen vida, y no merecen absorber los tóxicos aromas de tus porquerías! –gritó mirándome con rabia.
  No entendía a qué venía éso. ¿Acaso era mi aspecto lo que daba impresión de ser un drogadicto?
–Disculpe. No entiendo –repliqué levantándome, entretanto me sacudía las hojas secas que se habían adherido a mi abrigo.
–¡No juegues conmigo! Sé muy bien que estás drogado. ¡Ahhhh! Los padres de hoy en día, ¡no saben criar a sus hijos! –exclamó tocándose la cabeza.
  No me gusta cuando tocan la palabra "padres"; es algo complicado para mí.
–¿Eh? ¿Que mis padres no supieron educarme? ¡Cállese! Mis padres fueron excelentes ejemplos de crianza, señor. ¡Por lo tanto evite hablar de mi familia! ¡Usted no me conoce, y no tiene derecho a opinar! –grité enojado.
  ¿Pero quién demonios se ha creído? No soporto a la gente que habla sin argumentos válidos.
  El anciano se quedó en silencio. Lanzó un suspiro y se volvió a tocar la cabeza.
–Tienes razón, muchacho. No debí decir éso –dijo sonando arrepentido–. Lo lamento.
–Está bien... –contesté arreglando mi desordenado cabello–. Gracias... por despertarme –dije con una falsa sonrisa, entretanto me alejaba con pesadez.
  Gracias por devolverme a la realidad. Nuevamente estoy de vuelta a esta miserable situación.
  Caminé lentamente hacía mi departamento. Escogí el camino más largo. Respiré lo más lento posible. No quería llegar. No quería enfrentarme a todos los problemas que se amontonaban rápidamente sobre mi espalda...
  Cuando faltaban más o menos veinte minutos para llegar al departamento, escuché una bocina sonar estruendosamente detrás mío. Volteé con curiosidad para ver de quién se trataba.
–¡Misaki-kun! –gritó la voz de Hikaru-sama.
–Hikaru-sama –dije sorprendido.
  Jamás me imaginé que fuera él. 
–¿Qué haces, chico? –preguntó con una pequeña sonrisa– Justo iba a buscarte.
–¿Para qué? –pregunté sin expresión.
  De hecho ni siquiera tenía curiosidad por saberlo. No me interesaba nada.
–Necesito hablar contigo –respondió deteniéndose.
–No me interesa, Hikaru-sama. En serio no me importa –repliqué, entretanto retomaba mi ritmo.
–¡Espera, Misaki! –gritó avanzando hacía mí– Es realmente importante. En tus manos está el futuro de Nowaki –agregó.
  Enseguida mi estado de ánimo cambió.
–¿Qué? –dije alarmado.
–Sí... Nowaki está en prisión preventiva, y están buscando pruebas para desacreditar los delitos que se le están acusando actualmente. Y como tú eres el co-protagonista de todo esto, eres el personaje más importante para poder aclarar todo.
  Ahora sí que me sentía entre la espada y la pared.
–No... 
–Misaki, por favor. Nowaki podría pasar veinticinco años en la cárcel –dijo con expresión triste–. Además, tú y yo sabemos muy bien que Nowaki sería incapaz de golpearte o causarte algún daño.
–Si es así, entonces ¿por qué me ocultó toda ésa basura de su pasado? –pregunté con un nudo en la garganta.
–Oye, tú realmente no sabes nada de su vida –dijo bajándose del carro–, pero no es porque Nowaki no quiera decírtelo.
–¿Entonces por qué? –pregunté mientras bajaba la cabeza, tratando de ocultar mis ojos llenos de lágrimas.
–Porque para él, hablar de su familia y de su niñez, es algo realmente doloroso –respondió acercándose a mí.
  Me quedé pensando en lo que dijo. ¿Por qué Hikaru-sama dice éso? ¿Habrá algo muy terrible de la vida de Nowaki que yo no sepa aún?
–Misaki –dijo Hikaru-sama tocando mi hombro–, ven conmigo. Quiero que vayas a mi casa para que tomemos té y conversemos.
–No sé, Hikaru-sama... –contesté dubitativo– No he hablado con Nori-kun desde la noche de ayer. No quiero asustarlo.
  Hikaru rió.
–¿Asustarlo? Supongo que te ausentaste durante toda la madrugada. Eso es razón suficiente para darle una gran preocupación –dijo con ironía–. Vamos a mi casa y le llamas desde ahí –propuso mirándome con ojos amables–. ¿Qué dices?
–Está bien –respondí con una muy ligera sonrisa. 
  Subí con Hikaru-sama y recosté mi cabeza sobre el frío vidrio polarizado. Creo que por un momento me quedé dormido. El delicado y agradable aroma del interior de su auto era muy relajante. Noté que cada cierto tiempo él me miraba disimuladamente. ¿Estará preocupado por mí? Supongo que éstos últimos días he dado la poco favorable impresión de ser un debilucho...

No hay comentarios:

Publicar un comentario