domingo, 10 de abril de 2011

Ai no tetsugaku - Capítulo 3 1/2: "Es él".

–¡Usted ha sido aceptado! –exclamó un señor de bigote grueso –¡Bienvenido a Mirai Senshi!
–¡Muchas gracias, señor! Prometo no defraudarlo –respondí contento –y, ¿cuándo comienzo?
–Eso espero, ¡eso espero! –dijo positivo –Hoy mismo.
–¿Hoy? –pregunté sorprendido.
–Así es –respondió levantándose de su silla –venga, le daré un pequeño recorrido al establecimiento, y después, le enseñaré su nueva oficina.
–¿Oficina? –pregunté aún más sorprendido –disculpe usted, pero... es la primera vez que escucho sobre una oficina propia para un profesor.
–¡Lo sé, lo sé! –contestó el caballero –sin embargo, usted es el primer profesor de filosofía que enseña en la academia Mirai Senshi en sus 50 años de existencia, por lo tanto, ha sido una decisión en conjunto con la directiva, acerca de la oficina propia –explicó con una sonrisa –, además, no me va a negar que la idea no es magnífica.
–No... la idea es fantástica –respondí pensativo –aunque no deseo causar conflictos con los otros docentes por culpa de la oficina, sólo eso.
–¡Barbaridades! –dijo despreocupado –a la primera queja que reciba, dígamelo, que yo me encargaré de eso –dijo con cierta entonación malvada–. No se preocupe, así que, ¡venga conmigo! Lo llevaré a conocer las instalaciones.
  Recorrí todos los pasillos del segundo y tercer piso. Eran bastante bonitos. Tenían buena iluminación, con macetas de maravillas en la entrada de cada sala, y con una ventana para visualizar hacia adentro. Luego de eso, recorrimos, junto con el caballero del bigote, el patio trasero. Era probablemente el patio más hermoso que jamás había visto. Era una especie de senda, al lado, una laguna con patos en ella.
  Admiré por un tiempo el patio, sin intención de desviar la mirada de él. El señor de bigote negro que venía conmigo –creo que era el subdirector o algo así– me encaminó a la famosa oficina.
–¿Qué le parece? –preguntó entrando en ella –está un poco abandonada... pero, con un poco de limpieza y unos cuantos arreglos, estará perfecta.
  Ingresé detrás de él.
–Es... bonita –comenté observando su interior –obviamente necesita varios arreglos, pero no es una misión imposible...
–¡Sabía que le gustaría! –exclamó satisfecho –lo dejaré para que se acomode a gusto –dijo alejándose –por cierto... –se detuvo en la puerta –en 30 minutos comienza su primera clase, y será con los de primer año –dijo mirando el horario que traía en el bolsillo –¡lo veo luego! –se despidió cerrando la puerta.
–¡¿30 minutos?! ¡¿Es una broma?! –murmuré asustado –apenas llegué hoy, ¡¿y ya debo enseñar?! Esto será más difícil de lo que creí.
  Transcurrieron los 30 minutos. Parecía que habían transcurrido 3 minutos en lugar de 30.
–Buenos días –dije entrando a la sala –soy el nuevo profesor de Filosofía –dije colocando mis libros en el escritorio –así que, cuaderno y libro sobre la mesa –dije sintiéndome con mayor confianza –abran sus libros en la página 10, y léanla en silencio –culminé colocándome los lentes mientras me sentaba.
–Profesor... –dijo un chico de adelante –debemos ir a una charla de artes ahora.
–¿Charla? –pregunté confundido –¿dónde? 
–Arriba, en el tercer piso, cuarta sala.
–Bien –contesté levantándome –dejen sus cosas y vayan a la charla, enseguida voy.
  Los estudiantes se pararon y salieron cuchicheando entre ellos. Poco después, salí de la sala y subí al tercer piso. Con algo de atraso, toqué la puerta.
–Lamento la demora –dije en voz baja, tomando asiento con los demás profesores presentes.
–No tiene por qué, profesor Mitsou –respondió quien estaba dando la charla –es un placer –dijo con una leve sonrisa.
–E-el gusto es mío –respondí mirándolo. ¡¿ES EL SUJETO DE LA EXPOSICIÓN?! ¡¿AQUEL PERVERTIDO QUE ME TOCÓ SIN CONOCERME?! ¡¡¡¿¿¿ES ÉL???!!!
–¿Dónde me quedé? –preguntó a sí mismo –ah, sí –dijo levantando la cabeza –. ¿Alguien puede decirme cuál era el nombre del personaje que generó el movimiento plástico impresionista?
–Profesor, Takemura –dijo un joven levantando la mano –yo sé quién fue.
–Muy bien –contestó el profesor, serio –¿quién es...?
–Claude Monet –respondió bajando la mano.
–Excelente –dijo sonriendo de manera sutil –Claude Monet generó un impacto en la manera de pintar a mitad del siglo XIX –agregó.
  Así, aportando información y entremedio, preguntas y respuestas, transcurrió la hora. Cuando la charla había llegado a su fin, sentí un nerviosismo profundo y a la vez, incomodidad desbordante al verme en la necesidad de pasar cerca de él. Fue, innegablemente, uno de los momentos más incómodos y curiosos de toda mi vida.
–Hasta luego, Chiharu-san –dijo una profesora que iba adelante mío –ha sido muy interesante.
–Gracias, que tenga un buen día... –respondió Takemura. 
  Traté de evitar con extrema fuerza no dirigir la mirada en dirección a él.
–Adiós, profesor Mitsou –dijo acercando su rostro.
  Simplemente, lo ignoré.
–¿No sabe usted que ignorar a las personas es de mal gusto? –dijo agarrando con fuerza mi brazo.
–¡Déjeme en paz! –respondí tratando de no alzar la voz.
–¿En paz? –preguntó con voz susurrante –yo no puedo estar en paz sin ti.
–¿Qué...? ¿C-cuál es su problema?
–Tú eres el problema –respondió tirándome.
–¡Me lastimas! –dije casi gritando –y no es mi culpa que te hayas... obsesionado por mí.
  Hubo un silencio, y él soltó mi brazo.
–Sí es tu culpa –respondió. Esta vez, serio y sin expresión alguna de emoción –desde el momento en que te vi  en aquella exposición, tu imagen persiste en mi mente sin poder librarme de ella.
–¿Y-y eso qué rayos tiene que ver? –dije sintiendo mi rostro caliente.
–Mucho... –respondió percatándose de la presencia del señor de la otra vez, el bigotudo.

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